jueves, 30 de junio de 2011

Pooling and pledging

“Desgracia mayúscula que la ruta de comercialización pase por este grupo de Estados nacionales débiles y urgidos de inversiones sociales más que de balas, cárceles y blindajes.”

La cobertura mediática que tuvo la semana pasada la conferencia de apoyo a la estrategia de seguridad en Centroamérica fue amplia. Después de los bombos y platillos y del rosario de buenas intenciones y veladoras que se prendieron a todos nuestros santos, el polvo comienza a asentar, y todo regresa a la anormalidad.

Tras haber escuchado discursos de mandatarios y altos funcionarios de organismos internacionales me quedaron dos mensajes resonando. El primero fue el discurso del Presidente Calderón de México – por cierto, muy bien complementado por los demás mandatarios de la región –. Me parece que fue el mensaje mejor comunicado, dejando en claro tres ideas básicas para tratar de entender qué nos pasa y qué nos puede pasar en esta guerra.

La primera idea fue la diferenciación entre la lógica que tiene el narcotráfico versus narcomenudeo. El tráfico busca solamente una ruta de paso, y para ello corrompe autoridades, pero fundamentalmente sin ánimo de hacerse visible. Entre más rápido transite la droga mucho que mejor. El menudeo busca un territorio, suplantar la autoridad en vez de simplemente corromperla, pero además procura visibilidad a través de manifestaciones de fuerza que mandan mensajes claros a posibles competidores.

El problema es que la región ha mutado del simple tráfico a tráfico y menudeo. Y por lo tanto los retos que se imponen a los Estados nacionales y sus instituciones se han incrementado respecto a hace un par de décadas atrás.

La segunda idea tiene que ver con las otras dos grandes patas de este trípode maldito: el consumo y el mercado de armas. Es imposible (y hasta ridículo) pensar en ganar esta guerra sin reconocer que los grupos al margen de la ley están siendo abastecidos con armamento que supera con creces la capacidad de reacción y fuego de nuestras fuerzas de seguridad pública. Como dijera un tico, “este pleito es de tigre suelto contra burro amarrado”.

Pero además, de lo que al final estamos hablando es de un mercado. Es decir, un arreglo en donde oferentes (narcos) y demandantes (adictos) logran ponerse de acuerdo en un precio y cantidad. Atacar solamente la oferta no hace más que elevar el precio del producto final y el costo en vidas humanas de poner una línea de coca en la nariz de un joven en Estados Unidos. En otras palabras, dicho país deben cambiar sustantivamente su “approach” e internalizar los problemas de consumo y venta de armas ofensivas.

La tercera idea que soltó Calderón apunta a la corresponsabilidad en este pleito. La siguiente pregunta lo ilustra muy bien: ¿qué sería de Mesoamérica si estuviera al norte de los Estados Unidos o al sur de los Andes? – otra forma de cantar “si le norte fuera el sur”–. Desgracia mayúscula que la ruta de comercialización pase por este grupo de Estados nacionales débiles y urgidos de inversiones sociales más que de balas, cárceles y blindajes.

Todo lo anterior ya se ha dicho antes. Pero es muy significativo que lo repita recio, claro y viendo a los ojos el Presidente de un país con un peso específico mucho mayor en la geopolítica hemisférica, como el que tiene nuestro vecino al norte del Suchiate.

El segundo mensaje que me quedó resonando fue la prensa que se le dio al billón y medio de dólares ofrecido por el Banco Mundial y BID, y los quinientos millones ofrecidos por Estados Unidos y la Unión Europea. Nos volvemos a ir con la finta y compramos carne con hueso. Esta danza de millones no es tal ni mucho menos gratis.

Los organismos multilaterales y agencias bilaterales tienen grandes limitaciones para invertir en ciertos renglones de seguridad. De manera que probablemente mucho de lo que allí de se declaró tiene que ver con áreas tradicionales en donde ya han estado trabajando por años (e.g. educación, salud, fortalecimiento institucional) pero que ciertamente pueden incluirse como parte de una estrategia de prevención al crimen.

A pesar de todo, creo que la conferencia no debe ser vista como algo menor o meramente un acto diplomático sin mayor trascendencia. El problema que tenemos entre manos los centroamericanos nos desborda y no tiene que ver tanto con cantidades astronómicas de dinero, sea en forma de préstamo, donación, o simplemente haciendo un “pooling and pledging” de todo lo que gobiernos, instituciones internacionales y países amigos ya están haciendo.

El valor de la conferencia estará en su capacidad de crear ambiente y condiciones suficientes para ejercer toda la presión que haga falta, y obligar a que el país con el mayor mercado de consumo de drogas y armas haga verdaderamente suyo el problema. Que invierta tantos o más recursos en atender esos dos cabos sueltos (consumo y armas) en esta guerra que hoy nos tiene con una rodilla en tierra.

Prensa Libre, 30 de junio de 2011.

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