jueves, 29 de marzo de 2012

El único y mismo motor

“(…) las condiciones estructurales, esas que subyacen y definen a una economía – es decir, su dotación de recursos naturales, institucionales, pero sobre todo humanos – sí que juegan un papel siempre..”

El lunes se publicó un artículo en el Financial Times escrito por el economista Lawrence Summers. Profesor de Harvard, ex secretario del tesoro norteamericano, asesor de los presidentes Clinton y Obama, y uno de los nombres que sonaba como candidato a presidente del Banco Mundial. Figura controversial, más no por ello menos lúcida que otras que componen la flora y fauna de los economistas del mundo.

Su columna hace un análisis de coyuntura de la economía de los Estados Unidos, sugiriendo, con mucha cautela eso sí, algunos signos de recuperación. Entre otros menciona que el empleo lleva ya algún tiempo creciendo más rápido que la población; el nivel de los mercados de bolsa es más alto y su volatilidad más baja que en ningún momento desde 2007, sugiriendo que la incertidumbre de los agentes privados disminuye; hay una cierta demanda contenida de consumidores que pospusieron compras de bienes durables a causa de la crisis, la cual comienza a emerger; y el mercado de vivienda parece estarse estabilizando.

Pero los más importante, desde una perspectiva estructural, de crecimiento económico en el largo plazo, es la afirmación que hace sobre los motores de la inversión y la generación de empleo y la centralidad que tienen medidas de política fiscal y monetaria. En cuanto a lo primero, nos dice que (sic) “(…) asumiendo que no hay una regulación punitiva, la innovación en tecnología móvil de información, redes sociales, y nuevos descubrimientos de petróleo y gas natural, probablemente serán los motores…”. Y en cuanto a lo segundo, reconoce que la recuperación americana tiene más que ver con las extraordinarias medidas de política macroeconómica que se han tomado, y menos relación con la tradicional resiliencia de la economía americana para amortiguar el desapalancamiento del sector privado.

El mensaje central que planta Summers en su análisis es muy simple: la tasa de crecimiento histórica de un país es simplemente reflejo de sus condiciones estructurales, de las medidas de política económica que se toman a cada momento – más aún en tiempos de crisis – y de factores externos.

El peso específico de cada uno de esos elementos depende del contexto, eso es verdad. Sin embargo, las condiciones estructurales, esas que subyacen y definen a una economía – es decir, su dotación de recursos naturales, institucionales, pero sobre todo humanos – sí que juegan un papel siempre. Tanto en coyunturas de contracción como la actual, contribuyendo a acortar tiempos en los que la economía retoma el rumbo; pero sobre todo en el largo plazo, permitiendo que operen la innovación y la reconversión productiva.

Tan sencillo como que un recurso humano calificado es más productivo en el sector en donde se emplea, pero también es mucho más ágil y capaz de actualizarse y-o reconvertirse ante cambios adversos y-o aprovechar nuevas oportunidades. Ese mismo recurso humano es el que al final tiene en sus manos el diseño y la implementación de políticas económicas o de cualquier otra índole, así como la capacidad (o incapacidad) de hacer un uso óptimo de la dotación de recursos naturales en la sociedad donde vive.

Summers tiene razón, la inventiva, las redes sociales, las tecnologías de la comunicación, las políticas macroeconómicas y la explotación de recursos naturales, todo ello contribuye a la recuperación y el crecimiento económico de un país. Y todos esos determinantes, sin excepción, pasan por un único y mismo motor: la dotación de recurso humano disponible.

Prensa Libre, 29 de marzo de 2012.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El caribe inglés

“A pesar de ser tan diminutos algunos, todas estas características socioeconómicas se traducen en niveles de desarrollo humano alto, que ya quisieran tener territorios inmensos como Guatemala o Nicaragua.”

Al pensar en el caribe inglés seguramente la imagen que nos cruza por la mente es la de un lugar muy parecido al paraíso. Arena blanca, mar azul profundo, brisa, tranquilidad. Territorios pequeños, que en el mapa asemejan un collar de perlas-islas, en el cuello del mar de las Antillas.

Países de los que muy poco se habla, de los que se conoce poco. Generalmente porque se lo comen los promedios. Los grandes números de Latinoamérica, en donde Caribe se escribe con letras más chicas.

Pero que al igual que el resto, también son pueblos con diversos y muy complejos retos de desarrollo. Algunos comunes a otros Estados más grandes, otros que solamente los viven y entienden ellos. Allí, escondidos detrás de un ingreso por habitante que los coloca en la franja media del termómetro, población escolarizada a nivel medio, pobreza por debajo del promedio continental, cobertura de servicios básicos aceptable.

Recursos hay. Humanos, naturales, y hasta cierto punto institucionales. Son naciones jóvenes, herederas de la tradición inglesa de servicio civil (ahora bastante tropicalizado), que ciertamente les podría dar un piso mínimo para una estrategia de crecimiento y desarrollo a mediano plazo. A pesar de ser tan diminutos algunos, todas estas características socioeconómicas se traducen en niveles de desarrollo humano alto, que ya quisieran tener territorios inmensos como Guatemala o Nicaragua.

Los embudos parecen estar en otra parte. Por ejemplo, en un cierto aislamiento natural, producto de su geografía. Poca tierra, poca población, poca masa crítica para hacer economías de escala. Ayer nos decía una economista local: “un aeropuerto o un puerto marítimo tiene tamaños y costos mínimos que no se pueden encoger solo porque en tal o cual isla viven 50 o 70 mil habitantes. Eso eleva el peso relativo de nuestros costos fijos”.

Además tienen una alta vulnerabilidad a desastres naturales. Tormentas tropicales y huracanes se pasean como Pedro por su casa. Como dicen los sajones “it is not if, but when…”. Y no solamente dejan un rastro de pérdidas al aparato productivo, que inevitablemente hay que volver a reconstruir, sino que además impactan a dos o tres islas a la vez. Riesgo correlacionado puro y duro, que a no hace sino encarecer aún más sus costos de producción y opciones de aseguramiento.

Para completar el boceto, padecen de la enfermedad de moda: sus niveles de endeudamiento y la restricción (incluso amenaza) que ello implica a la estabilidad macroeconómica de estas pequeñas economías. Niveles de deuda con respecto al producto interno bruto del 60%, 80%, y hasta 150%, con cargas tributarias alrededor del 20%, son una fuente de vulnerabilidad a la gestión de sus finanzas públicas, que fácilmente puede tener consecuencias devastadoras para su calidad de vida.

Es un reto pensar en las perspectivas a mediano plazo del caribe inglés. Imaginar sus motores de desarrollo, más allá de “commodities” y la maldición que las acompaña por la volatilidad de los precios internacionales; o del turismo y su fragilidad ante condiciones económicas externas; o incluso de los sistemas financieros fuera de plaza, y el riesgo de reventar a toda una generación con un simple esquema de Ponzi, como ya ha ocurrido antes.

Pero quizás la lección más clara que nos deja a practicantes del desarrollo, es constatar que la complejidad de los desafíos no están asociados al tamaño de los pueblos ó a la extensión de sus territorios. Así que por ahora, de vuelta al pizarrón a seguir pensando juntos…

Prensa Libre, 22 de marzo de 2012

jueves, 15 de marzo de 2012

Cambios en el INE

“A aquellos que tienen acceso a formación e información – que en países pobres y desiguales no son muchos, dicho sea de paso –, debe dárseles la oportunidad y el espacio de ser servidores públicos, aportar con ideas y a la vez nutrirse de la realidad nacional.”

Esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE) se estrenó con nuevo Gerente, Rubén Darío Narciso. Ha sido muy grato constatar el apoyo que una gran cantidad de personas le han expresado a este joven profesional, formado en uno de los centros de pensamiento del país, así como la alta valoración que mucha gente tiene de la institución que ahora le toca dirigir.

El nombramiento es una buena noticia, por muchas razones. Acercar la academia a la práctica diaria de formular, negociar e implementar política pública es un ejercicio positivo. A aquellos que tienen acceso a formación e información – que en países pobres y desiguales no son muchos, dicho sea de paso –, debe dárseles la oportunidad y el espacio de ser servidores públicos, aportar con ideas, y a la vez nutrirse de la realidad nacional. Sobre todo cuando se trata de nuevas generaciones. Es un aprendizaje en doble vía del que nos beneficiamos todos como sociedad.

Pero además, la designación de Narciso es una señal positiva en cuanto a la prioridad y espacio que el nuevo equipo de gobierno quiere darle al trabajo técnico que realiza esta institución. La incorporación de este nuevo cuadro es coherente con las señales de monitoreo y evaluación de la política social que impulsa la ministra Lainfiesta, con la planificación estratégica que impulsa el secretario Carrera, con la estrategia de desarrollo rural que coordina el comisionado Zapata, por citar algunos ejemplos.

Aquellos que hemos tratado de seguirle la pista al INE sabemos de los inmensos esfuerzos que ese equipo de trabajo hace para sacar adelante la tarea. Porque a pesar de que en la página de internet del instituto se lee que (sic) “es el organismo descentralizado del Estado, semiautónomo, con personalidad jurídica, patrimonio propio y plena capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones que tiendan al desarrollo de sus fines, contribuyendo a la realización de un conjunto de programas y actividades sustantivas, orientadas hacia la ejecución de la política estadística nacional”, la verdad es que los grados de libertad y dotación de recursos humanos y financieros, no siempre han estado acordes a su agenda de trabajo.

Una lectura desde afuera parece indicar que la nueva gerencia tiene dos grandes retos por delante. Por una parte, continuar empujando por una reforma institucional que fortalezca su espacio y real autonomía dentro del aparato público, que profundice y ordene sus alianzas – no solamente a lo interno del gobierno, sino con otros actores de la sociedad y organismos internacionales –, y que consolide el sistema estadístico nacional como un instrumento esencial para la gestión del gobierno.

Y por la otra, darnos a los ciudadanos una señal clara de cuáles serán aquellas variables (fenómenos sociales) a los que darán prioridad con un monitoreo regular y sistemático. Las necesidades de información son muchas, y por tanto el riesgo de diluirse es alto.

Desde esta esquina le deseamos mucha suerte a Rubén y al INE, una institución tan noble y fundamental para nuestro país.

Prensa Libre, 15 de marzo de 2012.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Sucesión en el Banco Mundial

“(…) el aporte más importante está en la capacidad de movilizar conocimiento, ahorrar tiempos de aprendizaje, documentar experiencias exitosas y fallidas, llevar y traer diseños institucionales, movilizar ideas y airear debates.”

El actual Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha anunciado su retiro para mediados de año. Con dicha noticia nuevamente se han atizado dos debates. Uno más viejo, que tiene que ver con el papel del multilateralismo en el mundo contemporáneo y, de manera más específica, sobre el rol que una institución como el Banco Mundial puede y debe jugar. El otro es más nuevo, aunque cada vez gana más fuerza, tiene que ver con la sucesión en las instituciones de Bretton Woods.

Sobre la primera cuestión, en un artículo publicado recientemente por Foreign Affairs, Zoellick hace un repaso general de su gestión y el contexto en el que le tocó dirigir el banco. Pero además lanza algunas ideas prospectivas para el que recoja el guante.

Para comenzar, reconoce abiertamente que el desarrollo de los pueblos no es un problema de préstamos y donaciones. Ninguna novedad en ello, pero bien vale la pena dejarlo consignado en algún lugar, porque refleja mejor las condiciones del mundo actual, en donde una buena parte de los requerimientos de financiamiento para el desarrollo pueden y de hecho son asumidos con recursos domésticos. Es el caso típico de los países de ingreso medio, en donde se ubica caso toda Latinoamérica.

Pero si no es financiamiento la razón principal, entonces ¿dónde está el valor agregado de una institución como el BM para nuestra región? Algunos pensamos que el aporte más importante está en la capacidad de movilizar conocimiento, ahorrar tiempos de aprendizaje, documentar experiencias exitosas y fallidas, llevar y traer diseños institucionales, movilizar ideas y airear debates. Todo ello alineado en el marco de resolver problemas clásicos de cobertura, calidad, y equidad en la provisión de servicios públicos; ampliación, profundización y hacer más eficientes los mercados; y facilitar el diseño de instituciones, haciéndolas más transparentes, auditables y eficaces.

Al respecto, el mismo Zoellick cita una frase de un oficial hindú, quien le dijo “(…) yo no necesito otro experto en India. De esos tengo más de un billón. Lo que necesito son expertos a nivel mundial en sistemas de pensiones, en inversiones público-privadas, y en logro educativo”. Dicho de otra manera, más asistencia técnica, más cooperación sur-sur, más conocimiento puesto al alcance de la administración pública.

Otros llevan el planteamiento aún más lejos. Proponen que una institución global como el BM debe especializarse en la provisión de este software (i.e. conocimiento e instituciones), dejando el financiamiento para hardware (i.e. infraestructura física) a banca de desarrollo regional (e.g. BID, CAF, BCIE, ADB, AfDB, etc.), a banca desarrollo nacional (e.g. BNDES) o incluso a la misma banca comercial.

Lo fundamental para América Latina es que en toda esta discusión subyace el peso específico de los países de ingreso medio quienes, por una parte, tienen la capacidad efectiva ó potencial de movilizar recursos propios, siendo en este momento la locomotora del crecimiento económico mundial, pero que también albergan a dos terceras partes de los pobres del planeta.

Mientras tanto, como bien señala Nancy Birdsall, instituciones multilaterales como el BM –aunque no exclusivamente– tienen dificultad en producir una nueva generación de instrumentos más a tono con la realidad de las economías de ingreso medio y de los retos de desarrollo transnacional que enfrentan. Esto en cuanto a multilateralismo y financiamiento para el desarrollo.

Sobre la cuestión de la sucesión, nuevamente hay un grupo de voces que clamamos por acabar con la vieja y anacrónica regla tácita, en la cual Estados Unidos nombra al presidente del Banco Mundial y Europa al director gerente del FMI. Un dejavú de lo que sucedió el año pasado con el nombramiento de la francesa Christine Lagarde, con la competencia inédita del presidente del banco central mexicano, Agustín Carstens.

Suenan unos cuantos nombres, entre los que están los norteamericanos Jeffrey Sachs, Hillary Clinton, Larry Summers, Timothy Geithner, pero también la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala y el hindú Nandan Nilekani. Todos con muy buenas y diversas credenciales. De manera que oferta mundial de recurso humano cualificado hay. Falta ver si la institución y el mismo gobierno norteamericano tiene la cintura suficiente para conducir un proceso abierto, competitivo y meritocrático, lo cual sería una bocanada de aire fresco para la gobernanza mundial.

Perder esta oportunidad de transparentar el proceso, o peor aún, usarlo como un retiro dorado de servidores públicos norteamericanos en un año electoral, sería no solamente lamentable, sino que minaría el potencial del banco en un mundo completamente distinto al de hace cinco años –no digamos al que había en la posguerra–.

La economía mundial se mueve hacia un esquema de polos de crecimiento múltiples. La gran pregunta es si el multilateralismo será capaz de adaptarse a este nuevo esquema de representatividad y responsabilidad compartidas. Por ahora es el turno del Banco Mundial.

Prensa Libre, 8 de marzo de 2012.