martes, 20 de diciembre de 2016

Alvaro, estás equivocado

Con sorpresa y enorme preocupación leo una nota en la página del Congreso de la República anunciando que el diputado Alvaro Velásquez propone suprimir el Ministerio de Desarrollo Social.  Sin conocer a fondo la iniciativa debo decir que me parece un enorme error, que pesa doble viniendo de una corriente de pensamiento que intenta ser progresista y presentar opciones frescas para el desarrollo del país. 

Y como las cosas hay que decirlas pronto y a la cara, cuando todavía se puede corregir el rumbo, por eso es que tomo la pluma y públicamente emplazo a mi colega Alvaro a que nos de sus razones para semejante propuesta de frenazo y retroceso en la institucionalidad del país.  Porque eso es justamente lo que está proponiendo: diluir la agenda de protección social hasta el punto de volver a hacerla invisible e irrelevante o, como era hasta hace muy poco, dejarla en manos de obras de caridad de primeras damas de turno o de la filantropía que buenamente quieran hacer fundaciones privadas y organizaciones no gubernamentales. 

Además, me parece totalmente incongruente con la dramática realidad del país.  Con “transversalizar” la protección social mandando los diferentes programas a varias instituciones, como se pretende con esta iniciativa, jamás vamos a revertir la tendencia en los niveles de pobreza y desigualdad de Guatemala. 

No es por allí que va la cosa, mi estimado Alvaro. Toda la región (¡y buena parte del mundo!) van en dirección contraria a la que tu propones.  Cerrar el MIDES esgrimiendo que estuvo plagado de errores en su concepción es la salida fácil.  Desmantelar y despedir es mucho más cómodo y fiscalmente conveniente, porque dizque nos ahorrará algunos pocos quetzales en el presupuesto nacional.  Pero a la larga no nos dejará mucho más que un poco de pirotecnia mediática y un enorme vacío institucional que será dificilísimo volver a llenar.    

¡Con lo que cuesta crear instituciones en Guatemala!, ¡con lo mucho que hubo que pelear para finalmente ser el último país de Latinoamérica que tuviera un programa de transferencias monetarias condicionadas!  Ni siquiera hablemos de otro tipo de intervenciones como escuelas abiertas o comedores populares. 

No debemos ni podemos darnos el lujo de volver a estar en el sótano mundial de la política de protección social.  Al contrario, hay que capitalizar de lo que la experiencia internacional nos puede enseñar.  Sería una pena que la coyuntura, una vez más, nos impida tener visión estratégica y de largo plazo. 

Alvaro, no nos engañemos: a casi nadie le importan los pobres en Guatemala.  Eso a pesar de que son la enorme mayoría.  Lo sabes bien vos, lo sé yo, y lo sabe mucha gente.  Pero no muchos tenemos la capacidad de incidencia que vos tienes en este momento.  El cambio en las instituciones públicas no va a suceder por arte de magia.  Hay que provocarlo.  El Estado de Guatemala no es progresivo en su naturaleza.  Hay que pelear mucho para crear espacios políticos, institucionales y fiscales para que efectivamente lleguen recursos directa y exclusivamente a los pobres.   

Desde hace muchas décadas aprendimos que la coordinación interinstitucional es muy difícil de alcanzar y muy frágil en su continuidad.  No sucede ni siquiera cuando se buscan objetivos mucho más rentables, mucho menos cuando estamos hablando de poblaciones vulnerables, sin capacidad de agencia y movilización política. 

Ojalá te dieras el tiempo para dar una vuelta por la región y visitar instituciones como el MIDIS en Perú, Prosperidad Social en Colombia, SEDESOL en México o el MIDES en Chile.  Entonces te darías cuenta que la pobreza no se revierte con una colección de programas desperdigados e inconexos, mal financiados, poco evaluados, y sin ninguna garantía de continuidad.  Esa ruta es la que neciamente hemos transitado por los últimos 60 años y los resultados están a la vista: la pobreza en Guatemala aumenta. 

Ojalá estés aún a tiempo de rectificar y proponer, en lugar de un cierre, una reforma institucional seria, para que tengamos un MIDES eficiente, estable y consolidado.  Con mucho gusto me ofrezco a facilitarte contactos para que conozcas estas y otras experiencias, y entonces propongas una iniciativa de ley mucho más constructiva para el país.  Ahí te dejo el reto.      

lunes, 11 de enero de 2016

¿Por qué apoyamos el diálogo político para el desarrollo rural?

Aqui un pequeño video que da unas ideas sobre el valor del diálogo político para impulsar políticas de desarrollo rural.  Lo hemos hecho a través de grupos de diálogo rural (GDR), bajo el supuesto básico de que la mejor política se hace dialogando.

jueves, 7 de enero de 2016

Pocas cosas, pero bien hechas

“Es evidente que el canal de transmisión que va desde la estabilidad macroeconómica al bienestar de hogares e individuos está completamente bloqueado.”

Termina la primera semana del año.  La normalidad regresa poco a poco.  Normalidad hasta que llegue el siguiente sobresalto, que en este caso sucederá en una semana más. 

El gobierno de transición de Maldonado hará entrega al de Jimmy Morales.  Estos días seguramente correrá bastante tinta y chisme para especular, más por el morbo de saber quién llega a qué puesto que por la necesidad de discutir a fondo las prioridades de la administración que está por comenzar.  A nosotros, los del graderío nos corresponde tratar de ir un poquito en contravía.  Porque a cierta distancia, aunque desconozcamos detalles y minucias, se puede esbozar el bosque.  O cuando menos un bosque.  Eso es bueno para tener punto de contraste. 

Al siguiente equipo de compatriotas a quienes tocará sentarse por unos meses en despachos ministeriales les quedará decidir entre intentar hacer de todo y frustrarse por lo abrumador de la tarea, o elegir dos o tres cosas y tratar de hacerlas lo mejor posible.  Personalmente prefiero esto último, pocas cosas pero bien hechas.  Eso sí, siempre que se tomen el tiempo suficiente para elegir estratégicamente sus batallas, y que sean transparentes con la población para contarnos hacia donde enfilarán sus cañones.  Así de simple, estrategia para elegir y transparencia para comunicar.   

A partir de la coyuntura actual y de las necesidades más apremiantes de la población, parece que hay dos objetivos estratégicos que harían mucho sentido en el 2016: lucha frontal contra la pobreza y promoción del dinamismo económico a nivel territorial. 

Aunque no hace falta justificar mucho su racionalidad, digamos que en el caso de pobreza las últimas cifras revelada por el INE han hecho sonar suficientemente las alarmas.  Es evidente que el canal de transmisión que va desde la estabilidad macroeconómica al bienestar de hogares e individuos está completamente bloqueado. 

Y en el caso del dinamismo a nivel territorial también se puede decir otro tanto.  Por una parte, los beneficios de años de bonanza por la que atravesó la región no dieron mucha tracción a la economía nacional.  La llamada “década de América Latina” pasó prácticamente desapercibida para los guatemaltecos.  Y por la otra, esos amplios niveles de desigualdad entre territorios son un llamado urgente a una política de inversión pública que persiga una –¡y solo una!– cosa: cerrar brechas, de infraestructura, de calidad educativa, de acceso a la salud, de impartición de justicia.  

Pero en términos concretos, ¿en qué se deben traducir estos dos objetivos estratégicos para la administración Morales?

En cuanto al combate a la pobreza, en la articulación de una agresivísima política social, la cual necesariamente descansa en una institucionalidad con suficiente músculo financiero, humano, y el mayor respaldo político del presidente.  El ministerio de desarrollo social debe constituirse en punta de lanza para este esfuerzo, emulando esfuerzos similares que se han observado en países como Brasil, Perú, Chile y México.

En relación a la promoción del desarrollo territorial, la puerta natural de entrada está en el sistema de consejos de desarrollo (a nivel territorial) y en un relanzamiento del sistema nacional de inversión pública (a nivel central), de manera tal que los recursos que se destinan a municipios sean efectivamente invertidos en obra que cumpla con dos criterios: transparencia en la identificación de proyectos de inversión, y búsqueda de la mayor rentabilidad social posible.  Aquí el papel del Ministerio de Finanzas Públicas y la SEGEPLAN son críticos.   

Si al final de sus cuatro años la administración Morales nos hereda dos cosas solamente: un país con al menos 20% menos de pobreza y un sistema de inversión pública blindado de caciques locales, podremos decir que habrá hecho una contribución sustantiva que la población sabrá reconocerle.