jueves, 26 de mayo de 2011

Sucesión en el FMI

“Los mayores accionistas del FMI tienen ante sí una oportunidad dorada para sentar un precedente, modernizando, transparentando y promoviendo la meritocracia por sobre una regla no escrita, anacrónica y sin justificación alguna.”

La noticia de las últimos días en los círculos de las instituciones financieras internacionales ha sido el arresto en New York del Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn –DSK como se le conoce en el mundo político francés –. Si bien es cierto no es el primer escándalo que se desata en esas alturas del poder, esta vez las réplicas se han hecho sentir en muchos frentes.

Para comenzar ha generado mucha ansiedad y expectativa en el proceso eleccionario de Francia. DSK era el gran favorito en las elecciones primarias del partido socialista y el candidato con mayores probabilidades de derrotar al actual presidente Nicolas Sarkozy.

Pero además, ha atizado un debate creciente y legítimo en las instituciones mundiales con relación a voz y participación en su membresía. Hoy, a diferencia de hace medio siglo, hay actores nuevos con un peso que no puede ni debe subestimarse en la arquitectura y gobernanza multilateral.

Por muchos años los países desarrollados de la postguerra han aplicado una regla tácita: mientras que para el Banco Mundial la presidencia ha estado en manos de los Estados Unidos, en el caso del FMI la máxima posición administrativa se ha reservado para un país europeo – de hecho Francia ha ocupado esa posición 34 de los 66 años de existencia del fondo –.

Sin embargo, la última crisis internacional abrió espacios para repensar esta tradición, y en la reunión del G-20 en Londres en el 2009 los líderes mundiales declararon que las cabezas de las instituciones financieras internacionales debieran ser seleccionadas (sic) “por medio de un proceso abierto, transparente y basado en mérito”. En aquel momento ninguno tenía a la vista que tan sólo unos pocos meses más tarde sus palabras serían puestas a prueba.

Desde el pasado lunes se abrió el período para presentar candidaturas a Director Gerente del FMI. Por supuesto, antes de eso ya habían comenzado a sugerirse nombres para el posible sucesor de DSK. La primera en la lista fue la actual ministra francesa de economía, Christine Lagarde, a quien Inglaterra y Alemania han expresado su apoyo.

Y para salirle al paso al argumento de voz y participación la canciller alemana Angela Merkel ha dicho que una persona de los países en desarrollo puede llegar a ocupar la principal posición del FMI, ¡pero en el mediano plazo! Otros defensores de la tradición europea dicen que, dado el momento de crisis por el que atraviesa la zona del euro, es imprescindible que el nuevo líder de la institución cuente con los contactos en aquella región para poder persuadir y operar de manera efectiva, e impulsar así las reformas que hagan falta.

¡Por Dios! En el mundo actual esos argumentos francamente son insostenibles. Hoy en día son justamente las economías emergentes y no las europeas las que dinamizan el crecimiento económico mundial y que además han demostrado – como lo hizo la región de América Latina en los últimos años – haber internalizado lecciones de prudencia en la gestión de sus políticas macroeconómicas.

Por su parte, México ha presentado la candidatura de Agustín Carstens, actual presidente del banco central y ex secretario de hacienda de dicho país. El Doctor Carstens tiene una amplia trayectoria de más de treinta años de servicio público. Fue miembro del Directorio del FMI representando a México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela y España. Además fue sub Director Gerente de dicha institución.

También mencionan posibles candidaturas de otras regiones emergentes y en desarrollo como China, India, Sudáfrica y Turquía. Sin embargo, la cuestión de fondo es si el discurso de los líderes mundiales en distintas cumbres logrará materializarse en esta ocasión. Los mayores accionistas del FMI tienen ante sí una oportunidad dorada para sentar un precedente, modernizando, transparentando y promoviendo la meritocracia por sobre una regla no escrita, anacrónica y sin justificación alguna.

De manera que esta puede ser una buena oportunidad para que los países de la región, en especial los centroamericanos, cerremos filas con una candidatura que no solamente nos representa geográficamente, sino que además cuenta con las cualificaciones requeridas para dicho cargo, recoge la necesidad de continuar con las reformas que ya ha iniciado el FMI, y abandera la idea de una participación mayor del mundo en desarrollo en la gobernanza mundial.

Cualquiera sea el resultado de esta elección, una cosa parece cierta: la tradición ya no se sostiene por mucho tiempo. La arquitectura de las instituciones globales tiene que repensarse para reconocer que el mundo actual y el de los años por venir ya no es el de la postguerra y Bretton Woods.

Prensa Libre, 26 de mayo de 2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario