jueves, 19 de mayo de 2011

¿Nos habremos equivocado con Barbados?

“Debido a su tamaño, las economías del Caribe no pueden absorber una cantidad muy grande de recursos financieros. Sin embargo, el impacto que pueden tener los bancos de desarrollo sí que puede hacer la diferencia para apuntalar las inversiones que requieren para seguir desarrollándose.”

El Caribe es probablemente el grupo de países al que menos dedicamos atención desde la región centroamericana. Solemos verlos como destino turístico, centros financieros, o víctimas de desastres naturales recurrentes. Pero muy poco nos preocupamos por acercar la lupa y tratar de escudriñar lo que pasa en aquel racimo de islas, todas pegaditas unas con otras, construyendo un arco que va desde Florida hasta las costas de Venezuela.

Hace una semana tuve la oportunidad de visitar Barbados. Un lugar que, confieso, ni siquiera sabía exactamente dónde quedaba, mucho menos su historia, su estructura económica, ó sus retos de desarrollo. Antes de partir me enteré de un dato que me llevé como referente durante todo el vuelo: ¡una población con ingreso per capita que supera los 20 mil dólares al año! Es increíble cómo ese simple número puede esconder tanta información.

Barbados es la isla más al este del Caribe, justo frente a las costas de Venezuela. Tiene poco más de 400 kilómetros cuadrados, una población de menos de 300 mil habitantes, y un producto interno bruto (PIB) que ronda los 4 billones. Para darle un punto de comparación, Guatemala tiene cerca de 108 mil kilómetros cuadrados, un PIB de 40 billones y una población que ya casi alcanza los 15 millones de personas.

Históricamente su economía estaba anclada alrededor del cultivo de caña de azúcar pero en años recientes ha vivido una transformación productiva profunda, al punto que hoy el sector servicios genera un 80% del producto interno bruto y emplea una proporción igual de la población económicamente activa. El turismo es una fuente muy importante de actividad y empleo.

En cuanto a indicadores socioeconómicos, es una población que prácticamente no crece (0.36% anual), relativamente urbanizada (44%), no tan joven como otros países de la región (mediana de 36.5 años), con bajo desempleo (8%) y muy homogénea étnicamente (93% de la población es negra). Es difícil encontrar datos de pobreza y desigualdad actualizados. Sin embargo, las cifras que se citan hablan de un 15% de pobreza y un Gini de 0.39. Es decir, en apariencia no es un país muy pobre y tampoco con alta concentración del ingreso.

En los años 80 se tomó la decisión de “graduar” a Barbados del Banco Mundial. En términos prácticos lo que eso significa es que desde entonces han dejado de tener acceso a fondos de dicha entidad multilateral, y por lo tanto sus opciones de financiamiento se redujeron a los mercados de capitales privados ó entidades regionales como el BID y el Banco Caribeño de Desarrollo (CDB por sus siglas en inglés).

Sin embargo, a pesar de lo que dicen los números duros, debo confesar que regresé con una gran interrogante con respecto a la decisión que se adoptó hacia aquel país. Pude palpar bolsones de población con condiciones de vida bastante parecidas a los de otros países mucho más pobres. Necesidades de inversión en vivienda, infraestructura física, reformas institucionales y bienes públicos, que claramente requieren plazos más largos y condiciones financieras concesionales que no se encuentran en los mercados de capitales internacionales.

Es verdad que Barbados tiene una economía capaz de generar mucha más riqueza por habitante que otros países latinoamericanos y caribeños. También es cierto que ya hacen un gran esfuerzo por movilizar recursos propios – cuenta de ello es su carga tributaria que ya ronda el 38%. Pero igualmente cierto es que tiene importantes retos de desarrollo y que podrían beneficiarse mucho de condiciones financieras más favorables.

Además, por su tamaño, las economías del Caribe no pueden absorber una cantidad muy grande de recursos financieros. De manera que el volumen que demandan no es realmente significativo. Sin embargo, el impacto que pueden tener los bancos de desarrollo sí que puede hacer la diferencia para apuntalar las reformas institucionales e inversiones físicas y en capital humano que requieren para seguir desarrollándose.

Las últimas crisis nos han recordado hasta la saciedad que no hay país inmune a los remezones de la globalización. Y en el caso del Caribe, a lo económico hay que sumar las embestidas que de tanto en tanto les hace la naturaleza. El caso de Barbados no es el único, pero es el que tuve la oportunidad de visitar y por eso lo pongo hoy de ejemplo. Después de contrastar estadísticas en papel y condiciones de vida en terreno me pregunto si el concepto de graduación no debiera ser repensado por la comunidad internacional.

Prensa Libre, 19 de mayo de 2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario