jueves, 19 de mayo de 2011

¡Kasvatus!

“Sin embargo, la idea que subyace al sistema educativo finlandés es una noción de equidad, característica distintiva de los países nórdicos.”

La mayoría de los diagnósticos sobre nuestro sistema educativo a grandes rasgos nos dicen tres cosas: elevar la calidad del nivel primario, ampliar cobertura para el nivel secundario (educación media y diversificado), y en reformar el terciario (educación universitaria) para hacerlo menos regresivo. El hilo conductor de estas tres recomendaciones es muy sencillo: mejorar el acceso a educación de calidad, y con ello reducir la desigualdad de oportunidades que tiene nuestra población en edad escolar.

Si lo logramos, entonces habremos elevado el nivel de productividad de nuestra mano de obra, y por ende le daremos una ventaja competitiva al país, lo cual contribuiría mucho a romper esa barrera psicológica de niveles insuficientes de crecimiento económico en torno al 3%. Si fracasamos, seguiremos teniendo más de lo mismo, y la brecha con otras sociedades se seguirá ampliando. El rezago en desarrollo humano seguirá siendo el enemigo a vencer.

Pero ¿cómo lograr las benditas mejoras en calidad? ¿Hacia dónde debemos voltear a ver en busca de experiencias exitosas? Los resultados de la prueba PISA (Program for International Student Assesment, por sus siglas en inglés) han revelado en los últimos años algunas gemas ocultas en cuanto a sistemas alternativos de enseñanza.

Típicamente el referente que tenemos los latinoamericanos es lo que pasa en el sistema educativo de los Estados Unidos y, desde hace algunas décadas, también hemos puesto atención a lo que sucede en Asia –Japón, Corea del Norte, Singapur, China–. Muy pocos nos hemos preocupado por salir de ese esquema, a pesar de que en los países nórdicos, Finlandia en particular, tiene ya una reputación bien ganada en materia de calidad educativa.

El modelo asiático nos predica que el éxito educativo se logra con largas horas de interacción con los alumnos. En la escuela, en casa, en clases de refuerzo. Está basado en una disciplina férrea y niveles de presión y competencia impuestos a los estudiantes, pero que en muchos casos llega a extremos nocivos y hasta peligrosos.

Lo interesante es que el modelo educativo que impulsan en Finlandia, siendo muy distinto al asiático, no se queda atrás. En la prueba de PISA del año 2009 los estudiantes finlandeses puntearon segundos a nivel mundial en ciencias, terceros en matemáticas y segundos en lectura. Por su parte, los Estados Unidos puntearon en el puesto 15 en lectura, cerca del promedio de los países de la OECD. Dicho sea de paso, la mayoría de los resultados ubican a los Estados Unidos en niveles promedio para países desarrollados.

¿En qué consiste entonces el éxito y la calidad educativa de Finlandia? Son varios factores, pero sobretodo tiene una característica distintiva que es la piedra angular de todo el sistema: calidad de los maestros. En ese país se invierte por varios años en la formación docente antes de meterlos a un aula. Todos los maestros de educación primaria tienen formación universitaria a nivel de maestría. Un grado que ellos llaman “kasvatus”, misma palabra que utilizan para referirse a las madres cuando crían a sus hijos.

Además, el proceso de enseñanza-aprendizaje tiene otras características que a nosotros pueden parecernos hasta heterodoxas en cierta medida. Se reconoce que los estudiantes tienen vida más allá de las horas de formación escolar. En consecuencia la jornada escolar es más corta que en Estados Unidos. Las horas dedicadas a las tareas en casa también son mínimas, y los maestros generalmente acompañan cohortes de estudiantes por varios años, de manera que se establece una relación mucho más personalizada y a la medida de las necesidades de los pupilos. Hay pocas reglas, pero de cumplimiento general: no iPods ni teléfonos portátiles, y tampoco se permite gorras adentro de la clase.

Sin embargo, la idea que subyace al sistema educativo finlandés es una noción de equidad, característica distintiva de los países nórdicos. Como dijera Reijo Laukkanen, consejera en el Consejo Nacional de Educación para una entrevista en la revista Time: “(…) Finlandia es una sociedad basada en la equidad. Japón y Corea son sociedades altamente competitivas – si no eres mejor que tu vecino, tus padres pagan para que tomes clases extras. En Finlandia, sobresalir por encima del vecino no es tan importante. Todo el mundo está dentro del promedio, pero lo que se busca es que el promedio sea muy alto”.

El ejemplo del sistema educativo finlandés nos recuerda que, cuando buscamos modelos y experiencias exitosas, es muy importante mirar hacia todas partes. Muchas innovaciones, alternativas ingeniosas, están sucediendo en el mundo de hoy. Es cuestión de tener la apertura suficiente para dejarnos permear y saber adaptar otras ideas a las condiciones particulares de nuestro país. ¡Kasvatus!

Prensa Libre, 12 de mayo de 2011.

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