lunes, 21 de marzo de 2011

La Latinoamérica bicéfala

“Aún cuando Latinoamérica ofrece perspectivas bastante optimistas para su recuperación, al escarbar un poco más en los datos, salta a la vista una región que se mueve a dos tiempos.”

La semana pasada tuvimos la oportunidad de escuchar una presentación realizada por los economistas del BID Santiago Levy, Alejandro Izquierdo y Ernesto Talvi, sobre el nuevo orden global y los desafíos de política económica para Centroamérica. La utilidad de observar los patrones de comportamiento de algunas variables macroeconómicas clave en economías industrializadas y emergentes está en que revelan la manera diferenciada en que la gran recesión de 2008-2009 nos afectó a todos.

Con cerca de ocho años de información estadística, la tendencia en consumo e inversión privadas, exportaciones, importaciones, PBI, ingresos fiscales, gastos primarios, y resultado fiscal, dibuja con regular nitidez dos grupos de países. Por un lado aquellos en los que la mayoría de variables tuvieron una contracción importante y los gastos primarios se expandieron a partir de los programas contracíclicos impulsados por los gobiernos – unos más, otros menos, según el espacio fiscal de cada cual –.

Para dicho conjunto de países el resultado fiscal es un déficit que hoy debe atenderse y comenzar a revertirse para dar sostenibilidad a las finanzas públicas y a las condiciones macroeconómicas en general. El paradigma de este modelo de país son los Estados Unidos y México.

Por otro lado, tenemos el grupo de economías para las cuales consumo e inversión privados no reflejan contracciones significativas, ó si las tuvieron inmediatamente hubo un proceso de recuperación que los puso de vuelta en la trayectoria pre crisis. Es decir, en tales países ni consumidores ni inversionistas se dieron mucha cuenta de la hecatombe que desató Lehman Brothers y compañía. Las exportaciones sí sufrieron, pero la posición fiscal no se deterioró de manera dramática. Los referentes de este segundo modelo son China y Brasil.

Lo interesante es que cuando se analiza al conjunto de países de la región, los autores identifican un grupo bautizado como el clúster mexicano. Este grupo se caracteriza por ser importadores netos de commodities, con una alta exposición a lo que suceda con las exportaciones de bienes y servicios en países industrializados así como a las remesas que mandan los migrantes en dichos países. Allí se ubica el istmo centroamericano, República Dominicana, y varios países del Caribe.

En contraposición estaría el clúster brasileño, que son economías caracterizadas por ser exportadores netos de commodities y una baja exposición relativa a las exportaciones de países industrializados. En este conjunto se ubican principalmente los países de América del sur.

La gran diferencia entre uno y otro es que, ahora en tiempos de recuperación económica, las perspectivas para uno y otro grupo son muy distintas, sobretodo en términos de crecimiento económico. Para el clúster brasileño las proyecciones son mucho mayores (casi el doble) de las que se adelantan para el clúster mexicano.

Con estos hechos estilizados, puestos en el contexto de la región centroamericana, y tras observar las nuevas tendencias en crecimiento económico y comercio mundial, los autores adelantan tres o cuatro recomendaciones para la gestión macroeconómica de nuestros países en los próximos meses. Entre otras destacan: trabajar en la consolidación de las cuentas fiscales para asegurar una trayectoria de deuda pública que de credibilidad a la gestión macroeconómica, consolidar acuerdos comerciales con economías emergentes dinámicas, remover distorsiones para incrementar la productividad y facilitar la reconversión productiva ante los desafíos del nuevo orden económico global. Una lista de acciones nada sencilla para nuestros gobiernos.

De manera que aún cuando Latinoamérica ofrece perspectivas bastante optimistas para su recuperación, al escarbar un poco más en los datos, salta a la vista una región que se mueve a dos tiempos. Una mitad que se beneficia del alza en precios de commodities y de su comercio diversificado, y otra que sigue bastante atada al destino de lo que suceda en los Estados Unidos y a una estructura productiva que no le permite tomar mayor ventaja de buenos precios en productos primarios. Tenemos pues una región bicéfala.

Prensa libre, 17 de marzo de 2011.

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