miércoles, 4 de julio de 2012

Enorme y desigual

“Más claro ni el agua: o se dialoga o no se avanza.”

México va a ser siempre un referente para Guatemala.  Históricamente ha sido como un hermano mayor.  De esos con los que se tiene una relación cordial, a ratos más estrecha, y por momentos guardando una prudente distancia. 

Es el segundo país más poblado de Latinoamérica, con el cual compartimos la mayor cantidad de kilómetros de frontera.  Nuestro cuarto comprador de exportaciones y segundo vendedor de importaciones.  Y además, es el paso natural hacia los Estados Unidos de nuestros paisanos que deciden migrar al norte, y de las armas y droga que circulan en doble vía. 

De allí la importancia de tomarle el pulso a lo que ha pasado el último domingo durante el evento electoral.  Un resultado que, en apariencia, no arrojó tantísimas sorpresas, sobre todo para fortuna del candidato que salió más votado en las urnas.     

Inmediatamente han comenzado a brotar los análisis sobre lo que podrán ser temas prioritarios, al menos al inicio del sexenio.  Productividad, seguridad, y diálogo político parecen estarse instalando. 

El primero ha aparecido por lo menos de tres maneras.  Como la necesidad de una reforma laboral, pero también a través de una reforma educativa que aumente la calidad y el desempeño de los estudiantes, y en la necesidad de articular mejor los sistemas de protección social a la dinámica de los mercados laborales y las perspectivas de inserción de los usuarios de tales programas.  Todo va en la misma dirección: aumentar la productividad de la mano de obra mexicana, reconociendo que es allí en donde reside la sostenibilidad del crecimiento económico, pero también la posibilidad de reducir pobreza y desigualdad. 

En cuanto al segundo, aunque bastante ausente durante la campaña electoral, comienzan a aparecer declaraciones que habrá que seguir con atención.  Por ahora, el presidente electo ha dicho por un lado que no habrá “ni pacto ni tregua”, y por otro lado también ha hablado de obtener resultados inmediatos, de rexaminar la política actual de la administración Calderón, de extender el diálogo con los Estados Unidos a temas de control de demanda.  Este es un tema particular interés y sensibilidad para los centroamericanos, quienes vivimos las consecuencias, reacciones y reacomodos del crimen organizado transnacional, ante las medidas que se toman al otro lado del Suchiate. 

Finalmente, en el frente político, los nuevos titulares del poder público tienen que estar muy conscientes de que estarán en la mira de una parte de la ciudadanía que ha manifestado con mucha fuerza su inconformidad por la mediatización de la democracia.  Muñoz Ledo señala en una columna de opinión que el movimiento #YoSoy132 (sic) “ha sembrado dos cuestiones fundamentales: la indispensable democratización de las telecomunicaciones y la introducción de métodos de participación social en la toma de las decisiones”. 

Pero además, en las urnas el mensaje también ha quedado claro: el PRI no obtuvo mayoría absoluta en el congreso, más del cincuenta por ciento de la población no los quería en la presidencia, y en el Distrito Federal la victoria del candidato del PRD fue arrolladora.  Más claro ni el agua: o se dialoga o no se avanza.  

Como dice el diario El País, “el nuevo inquilino de Los Pinos tendrá un trabajo titánico por delante: gobernar durante seis años un país enorme y desigual".  Y por si fuera poco, deberá hacerlo con un partido señalado de vicios y corruptelas de larga data. 

¿Cuál será el tono de la relación que Guatemala tendrá con México en los siguientes años?  No lo sabemos.  El interregno apenas comienza.

Prensa Libre, 5 de julio de 2012.

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