miércoles, 7 de marzo de 2012

Sucesión en el Banco Mundial

“(…) el aporte más importante está en la capacidad de movilizar conocimiento, ahorrar tiempos de aprendizaje, documentar experiencias exitosas y fallidas, llevar y traer diseños institucionales, movilizar ideas y airear debates.”

El actual Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha anunciado su retiro para mediados de año. Con dicha noticia nuevamente se han atizado dos debates. Uno más viejo, que tiene que ver con el papel del multilateralismo en el mundo contemporáneo y, de manera más específica, sobre el rol que una institución como el Banco Mundial puede y debe jugar. El otro es más nuevo, aunque cada vez gana más fuerza, tiene que ver con la sucesión en las instituciones de Bretton Woods.

Sobre la primera cuestión, en un artículo publicado recientemente por Foreign Affairs, Zoellick hace un repaso general de su gestión y el contexto en el que le tocó dirigir el banco. Pero además lanza algunas ideas prospectivas para el que recoja el guante.

Para comenzar, reconoce abiertamente que el desarrollo de los pueblos no es un problema de préstamos y donaciones. Ninguna novedad en ello, pero bien vale la pena dejarlo consignado en algún lugar, porque refleja mejor las condiciones del mundo actual, en donde una buena parte de los requerimientos de financiamiento para el desarrollo pueden y de hecho son asumidos con recursos domésticos. Es el caso típico de los países de ingreso medio, en donde se ubica caso toda Latinoamérica.

Pero si no es financiamiento la razón principal, entonces ¿dónde está el valor agregado de una institución como el BM para nuestra región? Algunos pensamos que el aporte más importante está en la capacidad de movilizar conocimiento, ahorrar tiempos de aprendizaje, documentar experiencias exitosas y fallidas, llevar y traer diseños institucionales, movilizar ideas y airear debates. Todo ello alineado en el marco de resolver problemas clásicos de cobertura, calidad, y equidad en la provisión de servicios públicos; ampliación, profundización y hacer más eficientes los mercados; y facilitar el diseño de instituciones, haciéndolas más transparentes, auditables y eficaces.

Al respecto, el mismo Zoellick cita una frase de un oficial hindú, quien le dijo “(…) yo no necesito otro experto en India. De esos tengo más de un billón. Lo que necesito son expertos a nivel mundial en sistemas de pensiones, en inversiones público-privadas, y en logro educativo”. Dicho de otra manera, más asistencia técnica, más cooperación sur-sur, más conocimiento puesto al alcance de la administración pública.

Otros llevan el planteamiento aún más lejos. Proponen que una institución global como el BM debe especializarse en la provisión de este software (i.e. conocimiento e instituciones), dejando el financiamiento para hardware (i.e. infraestructura física) a banca de desarrollo regional (e.g. BID, CAF, BCIE, ADB, AfDB, etc.), a banca desarrollo nacional (e.g. BNDES) o incluso a la misma banca comercial.

Lo fundamental para América Latina es que en toda esta discusión subyace el peso específico de los países de ingreso medio quienes, por una parte, tienen la capacidad efectiva ó potencial de movilizar recursos propios, siendo en este momento la locomotora del crecimiento económico mundial, pero que también albergan a dos terceras partes de los pobres del planeta.

Mientras tanto, como bien señala Nancy Birdsall, instituciones multilaterales como el BM –aunque no exclusivamente– tienen dificultad en producir una nueva generación de instrumentos más a tono con la realidad de las economías de ingreso medio y de los retos de desarrollo transnacional que enfrentan. Esto en cuanto a multilateralismo y financiamiento para el desarrollo.

Sobre la cuestión de la sucesión, nuevamente hay un grupo de voces que clamamos por acabar con la vieja y anacrónica regla tácita, en la cual Estados Unidos nombra al presidente del Banco Mundial y Europa al director gerente del FMI. Un dejavú de lo que sucedió el año pasado con el nombramiento de la francesa Christine Lagarde, con la competencia inédita del presidente del banco central mexicano, Agustín Carstens.

Suenan unos cuantos nombres, entre los que están los norteamericanos Jeffrey Sachs, Hillary Clinton, Larry Summers, Timothy Geithner, pero también la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala y el hindú Nandan Nilekani. Todos con muy buenas y diversas credenciales. De manera que oferta mundial de recurso humano cualificado hay. Falta ver si la institución y el mismo gobierno norteamericano tiene la cintura suficiente para conducir un proceso abierto, competitivo y meritocrático, lo cual sería una bocanada de aire fresco para la gobernanza mundial.

Perder esta oportunidad de transparentar el proceso, o peor aún, usarlo como un retiro dorado de servidores públicos norteamericanos en un año electoral, sería no solamente lamentable, sino que minaría el potencial del banco en un mundo completamente distinto al de hace cinco años –no digamos al que había en la posguerra–.

La economía mundial se mueve hacia un esquema de polos de crecimiento múltiples. La gran pregunta es si el multilateralismo será capaz de adaptarse a este nuevo esquema de representatividad y responsabilidad compartidas. Por ahora es el turno del Banco Mundial.

Prensa Libre, 8 de marzo de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario