miércoles, 29 de febrero de 2012

El rezago inconsciente

“(…) ese mismo rezago que hoy es claramente una restricción al desarrollo, puede también ser una fuente de oportunidad y aprendizaje.”

A Guatemala los procesos le llegan con rezago. Cinco, diez, o hasta veinte años. Democracia, liberalización económica, salida negociada del conflicto armado, privatizaciones, reformas tributarias, redes de protección social. Aunque si hemos de ser precisos y justos, no es que los procesos le llegan tarde al país. Más bien son sus élites quienes asumen los cambios con demasiada lentitud. Nuestros liderazgos procesan despacio, son conservadores, cautelosos en extremo, desconfiados.

Y esta condición no es exclusiva de un sector en particular. Para nada. Nos corta con la misma tijera, parejito, a empresarios, académicos, religiosos, sindicalistas, oenegeros, políticos, a todo mundo. Por supuesto hay sus excepciones, pero no son más que eso. Pocas golondrinas que no logran hacer verano. Vea usted lo que le digo con estos tres ejemplos.

Primero, y para no hablar de cosas que sucedieron en la prehistoria de los años 80s y 90s, en medio de la última y más profunda crisis global, prácticamente todos los gobiernos del mundo se pusieron a reaccionar contra-cíclicamente, en la medida de sus posibilidades por supuesto. Centro América hizo lo propio, a su ritmo y escala. Pasó el aguacero más fuerte y casi en paralelo los gobiernos emprendieron un proceso de consolidación de sus cuentas públicas. Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, todos montaron propuestas de reforma fiscal.

A Guatemala le llegó el turno con por lo menos dos (si no cuatro) años de rezago. Y ahora muchos analistas económicos hablan de la insuficiencia de las medidas aprobadas. Ya sea porque deja de lado otros compromisos que se habían planteado en el marco del pacto fiscal, o porque carga demasiado la mano sobre clases medias, o bien porque esta actualización tributaria ya ha sido rebasada por los acontecimientos ocurridos del 2008 a la fecha. Casi todos coinciden, eso sí, en que probablemente el mayor rédito de la reforma es político y no fiscal.

Segundo, la semana pasada me tocó participar en una mesa de discusión del Foro Campesino. Es un evento organizado cada dos años por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola. Allí se dan cita diversos líderes de organizaciones de pequeños productores del mundo. Se conformaron mesas de diálogo por regiones geográficas y fue muy ilustrativo escuchar a los latinoamericanos. Las diferencias en cuanto a capacidad de análisis de coyuntura, claridad conceptual, articulación de propuestas, y capacidad de debatir, son abismales entre sur y centro América.

Mientras que los de Suramérica hablaban del papel de las organizaciones campesinas en un contexto de globalización, de aprovechar los espacios abiertos por gobiernos afines, de consolidar y ampliar espacios de incidencia como la red de agricultura familiar (REAF), o de impulsar propuestas de ley para regularización en la tenencia de la tierra, en el centro todavía nos peleábamos con el monstruo del neoliberalismo y las formas de explotación del hombre por el hombre.

Tercer y último ejemplo. A finales de los años noventa México y Brasil impulsaron una innovación en la forma de atender a sus poblaciones en pobreza extrema. Darle dinero en efectivo a madres de familia a cambio de que eduquen y vacunen a sus hijos. Desde entonces las transferencias condicionadas en efectivo prendieron fuego por todo el continente. Una idea simple, poderosa, bastante exitosa, pero que pasó poco discutida y comprendida en Guatemala. Nos tomó una década poner a funcionar un programa – de hecho fuimos el último país de la región en hacerlo – y solamente ahora estrenamos ministerio para darle orientación estratégica a nuestra política social.

¿Para qué echar todo este cuento? Para lamernos las heridas, no. Para compadecernos, tampoco. Quizás porque, como dicen los psicólogos, para poder comenzar a cambiar algo, primero debemos hacerlo consciente. El rezago en procesos, conceptos y discurso, está allí. Sin embargo, ese mismo rezago que hoy es claramente una restricción al desarrollo, puede también ser una fuente de oportunidad y aprendizaje. Porque el país necesita sacudirse el polvo, dar un par de zancadas largas, cerrar brechas, y ponerse a tono con los tiempos. Para eso todo este cuento.

Prensa Libre, 23 de febrero de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario