miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuestionando el ABC

“(…) política industrial, clase media, movilidad social, justicia distributiva, capitalismo de Estado, asignación de recursos en contextos de incertidumbre, Estado de bienestar, son todos vocablos que estamos reaprendiendo.”

Las crisis siempre crean tensión. A veces creativa, sea esta en el plano intelectual solamente o, si las condiciones están dadas, pueden incluso inducir cambios en las formas de organización social o política. Y aunque todavía no conocemos cuál será la síntesis que saldrá de esta profunda crisis económica, sí sabemos que este tampoco será otro “fin de la historia”, como pregonamos hace dos décadas.

Todo lo contrario, el hervidero de ideas es tan rico actualmente, que pareciera adentrarnos poco a poco en un túnel revisionista de conceptos que, o bien habíamos dejado de lado pensando que los mercados se harían cargo, o simplemente creíamos que el proceso de aprendizaje Darwiniano los había enviado al camposanto de la historia económica.

De tal suerte que política industrial, clase media, movilidad social, justicia distributiva, capitalismo de Estado, asignación de recursos en contextos de incertidumbre, Estado de bienestar, son todos vocablos que estamos reaprendiendo. Que han vuelto de manera sonora en las discusiones de letrados, ante la necesidad de encontrar explicaciones a la coyuntura.

En medio quedamos atrapados los ciudadanos de a pie con dos opciones: hacernos los locos y mirar para otro lado hasta que la tormenta amaine, o tratar de escarbar un poco textos por aquí y por allá para seguirles la pista a las voces calificadas. Algunos hacemos barra a planteamientos como los de Krugman, Stiglitz, Reich y Skidelsky, cuando apelan a la necesidad de revisar la forma en que hemos construido ideas y supuestos básicos sobre el funcionamiento de la economía y su más poderosa herramienta de asignación de recursos, el mercado.

La razón es muy sencilla: aunque no siempre se entienda hasta el último vericueto de sofisticación y elegancia formal en teorías y modelos económicos – que tampoco es imprescindible hacerlo, dicho sea de paso – el mundo real señala a gritos que algo está saliendo mal. Y ojo que hasta me atrevería a decir que la fuente del malestar ciudadano ya no es tanto por la crisis misma, sino por la incapacidad de los expertos para advertirla, primero, y corregirla, después.

En una de sus últimas publicaciones, Keynes: The return of the Master, Robert Skidelsky hace una muy sugerente revisión de la secuencia de eventos y las distintas respuestas de política económica desde que comenzó la crisis. Lamentablemente, dada la velocidad que han cobrado acontecimientos más recientes – con el cambio de centro de gravedad hacia Europa – el sabor que deja el texto es entre historia muy reciente y cronología incompleta. Nos queda debiendo lo que pasó en el 2011 y lo que va de este año.

El otro valor agregado de la publicación está en la crítica que hace a los tres grandes cuerpos teóricos sobre los que ha descansado el análisis económico contemporáneo: expectativas racionales, ciclos reales y la teoría del mercado eficiente, y la interpelación a los supuestos que subyacen detrás de cada uno. Por ejemplo, que los individuos hacen un uso eficiente de toda la información que está a su alcance; que a los mercados hay que dejarlos con la menor regulación posible; o que siempre se puede crear un mercado para asegurar cualquier tipo de incertidumbre –mal llamándola riesgo–, generando así la expectativa de que hay información y maneras de estimar probabilidades de ocurrencia de todo cuanto nos rodea.

Francamente es un texto que vale la pena leer y someter a discusión. Sobre todo entre economistas más jóvenes, que han estado entrenados más en las artes de estimar y derivar y mucho menos en las de analizar con perspectiva histórica, pensar críticamente y proponer medidas de política en un contexto específico.

A veces ilusiona pensar que si ideas como estas siguen cuajando, es posible que las nuevas generaciones de profesionales se nutran de un marco teórico menos dogmático, que procure más integralidad en el análisis a una ciencia social tan compleja y apasionante como la Economía. El tiempo dirá.

Prensa Libre, 2 de febrero de 2012.

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