jueves, 24 de noviembre de 2011

¡No da lo mismo con instituciones que sin ellas!

“Brasil y Guatemala guardan muchas similitudes. Pero guardan una diferencia fundamental: la densidad institucional del sector público es mucho mayor en un país que en otro.”

El nordeste brasileño es una de las regiones más rezagadas del Brasil. Estados como Piauí y Ceará tienen índices de pobreza de 53% frente a otros más al sur, como Santa Catarina y Río Grande Do Sul, con una incidencia menor al 27%. Pero además, la pobreza nordestina no es de ahora. Como me escribió un colega en Facebook, “el nordeste brasileño fue gran preocupación de Celso Furtado desde aquellos tiempos.”

Poblaciones afro descendientes y mestizas se dispersan en pequeños poblados con escasa infraestructura básica. Sumidas en un clima semiárido que no hace sino agravar la precariedad. Hogares que subsisten con cisternas – tanques de agua medio enterrados, en donde se colecta la lluvia para consumo diario –. Caminos de terracería, sol, calor, aire seco, muy seco. Ese es el paisaje en una buena parte del nordeste.

Lo que vi me hizo pensar mucho en el corredor seco de Guatemala y sus recurrentes crisis de sequía y hambrunas. Y a la vez me hizo reflexionar y buscar las diferencias entre uno y otro territorio. Brasil y Guatemala guardan muchas similitudes. Son ambos países de contrastes, muy desiguales, étnicamente diversos, ricos en recursos naturales. Pero guardan una diferencia fundamental: la densidad institucional del sector público es mucho mayor en un país que en otro. Y eso automáticamente hace que el menú de soluciones posibles sea mucho más amplio en un país que en otro.

Dos visitas hechas a instituciones públicas brasileñas me bastan para ejemplificar el argumento. La primera fue EMBRAPA (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria). Fundada en 1973, probablemente uno de los centros de investigación pública más grandes del mundo en ciencias agrícolas. Tiene más de dos mil investigadores, de los cuales más de mil quinientos cuentan con nivel de doctorado.

Su agenda de trabajo es amplísima, abarcando temas como café, algodón, ganado, pesca, silvicultura, maíz, ecosistemas en la amazonia, agroindustria tropical, entre muchos otros. El centro de investigación regional que conocimos en el Estado de Ceará está enfocado en ovinos y caprinos, una de las actividades principales de los agricultores del semiárido brasileño.

La segunda experiencia fue una presentación que escuché del director del instituto de investigación y estrategia económica del Estado de Ceará (IPECE) en relación a las diferentes bases de micro datos que tienen, y los análisis que hacen sobre condiciones de vida de su población. Tienen en su sitio de internet información a nivel de municipio que sería la envidia de cualquier funcionario público, investigador, ó inversionista guatemalteco. Tienen datos y mapas sobre demografía, energía, vivienda, saneamiento, desarrollo agropecuario, industria y comercio, empleo, pobreza, ¡y lo que usted guste y mande!

Un esfuerzo francamente impresionante. Sobre todo cuando uno piensa que esta es la infraestructura pública que ofrece un Estado como Ceará, con indicadores de pobreza y desigualdad muy parecidos a los de Guatemala.

No necesito decir que me corroía envidia de la buena. Y a la vez me preguntaba ¿qué tenemos que hacer en Guatemala para tener estas pequeñas islas de generación y gestión del conocimiento público? ¿No habrá espacio para hacer convenios de cooperación sur-sur entre Ceará y nuestro país?

Termino extendiendo una invitación y lanzando un reto a las nuevas autoridades que están por asumir el gobierno. Para que se den una vuelta por este par de páginas de internet, se entusiasmen con las herramientas de gestión que allí encontrarán, y ojalá tomen la decisión de invertir en bienes públicos parecidos (http://www.ipece.ce.gov.br/ y http://www.embrapa.gov.br/).

Algunas de estas cosas no son muy difíciles de implementar. En otros casos ciertamente habrá que planificar un poco más para poder iniciar un proceso de mediano plazo. De cualquier manera, una cosa sí le puedo asegurar, ¡es muy distinto implementar programas y proyectos de desarrollo con instituciones públicas que sin ellas!

Prensa Libre, 24 de noviembre de 2011.

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