viernes, 29 de enero de 2010

Paul Samuelson

“(…) muchos economistas desearían haber escrito tan siquiera un artículo seminal – uno que cambiara de manera fundamental la forma en que la gente piensa sobre algún tema. Samuelson escribió docenas de ellos”.

El pasado domingo 13 de diciembre falleció el Profesor Paul Anthony Samuelson a la edad de 94 años. Primer americano en obtener el premio Nobel de economía, incansable investigador, formador de opinión pública y de generaciones de estudiantes universitarios. Pero sobretodo, reconocido por colegas y alumnos por su profunda calidad humana y sencillez. Sin duda alguna uno de los economistas más influyentes del siglo XX, no solamente por sus aportaciones en el campo teórico, sino también en el ámbito metodológico y docente.

Difícil (además de osado) intentar hacer el recuento de las aportaciones de Samuelson. Paul Krugman, premio Nobel de Economía del 2008, y durante algún tiempo colega de Paul Samuelson en el MIT, escribió un editorial en el New York Times diciendo: “(…) muchos economistas desearían haber escrito tan siquiera un artículo seminal – uno que cambiara de manera fundamental la forma en que la gente piensa sobre algún tema. Samuelson escribió docenas de ellos…”

En el campo teórico destacan su modelo “multiplicador-acelerador” para explicar ciclos de negocios, el “teorema Stolper-Samuelson” para explicar el impacto diferenciado del comercio sobre distintos grupos de agentes económicos, contribuciones a la teoría de bienes públicos, y modelos de generaciones traslapadas – que han sido de mucha utilidad para estudiar temas como seguridad social y el manejo de deuda pública –. Así también desarrolló lo que él mismo bautizó como la “síntesis neoclásica”, en donde conjuga dos aparatos de análisis, neoclásico y keynesiano, en función de las condiciones en que se encuentre la economía.

En cuanto al método, el Profesor Samuelson fue reconocido desde muy temprano en su carrera como lúcido economista matemático. De allí que otra de sus grandes contribuciones a la disciplina haya sido la formalización matemática de principios económicos.

En el campo docente, me atrevería a decir que una gran mayoría de estudiantes universitarios alrededor del mundo han pasado por las páginas de su famoso libro de texto “Economía”, cuya primera edición data de 1948. Todavía recuerdo la sensación que me causó leer el párrafo final de su prefacio. Me permito reproducirlo aquí porque creo que captura un momento único en la vida de cualquier estudiante de economía.

Dice así: “(…) Es comprensible que al comenzar su viaje por las tierras de los mercados, el lector esté algo inquieto. Aní¬mese. Lo cierto es que envidiamos al principiante que se adentra por primera vez en el fascinante mundo de la economí¬a. Es ésta una emoción que, por desgracia, sólo puede experimentarse una vez en la vida. Así¬ pues, dispuesto ya a comenzar, le deseamos ¡buen viaje!”.

Con esas palabras, Samuelson nos introdujo a los conceptos de escasez, mercados, desempleo, impuestos, comercio, gobierno, externalidades, bienes públicos, y muchos más. Cómo él mismo declaró en una entrevista: “No me importa quién escribe las leyes de una nación si yo puedo escribir sus libros de texto de economía”.

Contemporáneo de John Maynard Keynes, fue un activo promotor de muchos de sus postulados. Convencido del papel que los gobiernos pueden jugar para tratar de acelerar procesos de recuperación económica. En una de sus últimas entrevistas concedida a la BBC, al comentar sobre los paquetes de estímulo fiscal impulsados actualmente por muchos gobiernos, hizo el contraste con las medidas (keynesianas) de política que se tomaron en la década de los años treinta, diciendo “no fue el dinero lo que nos sacó de la gran depresión, fue el gasto…”.

Por toda esta herencia intelectual, me parece oportuno concluir recordándolo con un texto atribuido al economista inglés:

“El estudio de la Economía no pareciera requerir atributos muy especiales. ¿No es considerado acaso un tópico relativamente simple cuando se compara con disciplinas más elevadas como la filosofía o la ciencia pura? ¡Un tópico simple que muy pocos dominan! Esta paradoja probablemente se explica en que el economista verdadero tiene que poseer
una rara combinación de cualidades. Tiene que tener algo de matemático, historiador, político y filósofo. Tiene que entender símbolos, pero hablar con palabras. Tiene que observar lo particular a través de lo general, y combinar lo abstracto y lo concreto en un mismo pensamiento. Tiene que estudiar el presente a la luz del pasado para saber qué hacer en el futuro. Ninguna parte de la naturaleza humana o de la sociedad puede quedar completamente fuera de su campo de atención. Tiene que ser intencionado y objetivo simultáneamente; tan puro e incorruptible como un artista; pero, a veces, tan pragmático como un político”.

Prensa Libre, 17 de diciembre de 2009.

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