jueves, 20 de junio de 2013

¿Ambición en exceso?


“¿En dónde han florecido grandes y exitosos grupos económicos sin haber contado con el apoyo directo o indirecto del gobierno?”

El Financial Times publicó una nota larga el lunes titulada “Ambition in excess”, analizando el desempeño de la economía china y su capacidad de distorsionar la actividad económica mundial debido a su condición de jugador grande. 

El argumento va más  o menos así: a partir de la crisis internacional que inició en 2008 el gobierno de aquel país lanzó un paquete de estímulo inmenso de 650 billones de dólares que, si bien es cierto mantuvo el crecimiento a flote (8.7% en 2009 y 10.3% en 2010) mientras el resto de las economías grandes y desarrolladas se desplomaban, ha generado un exceso de capacidad instalada en varios sectores de la economía tales como cemento, químicos, acero, televisores, y otros más. 

El problema que este exceso de capacidad genera es que, debido al inmenso tamaño de la economía china, los precios internacionales en varios productos se han desplomado, provocando quiebras de negocios en otros países que ya no pueden competir.  Un efecto que además de indeseable para los países perdedores es considerado artificial ya que, según dice la nota, ha sido provocado por un esquema de subsidios que en algunos casos llega a contar hasta por el 30 por ciento del valor de la producción industrial.     

Dicho de otra manera, el artículo construye una historia distinta a la que hemos venido contando sobre China como país que compite en sectores intensivos en mano de obra calificada y más barata que en otras partes del mundo.  En vez de bajos salarios hoy parece como si la mano visible y distorsiva del gobierno es la que está induciendo producción en donde no debiera existir (o por lo menos no en las cantidades que se está dando hoy día), con lo cual se genera una asignación subóptima de los recursos en China y el resto del mundo.

Más aún, en opinión de los autores los incentivos económicos que ofrecen los gobiernos provinciales a las empresas viene dada por el incentivo que tienen oficiales del Partido Comunista de China (PCCh) de generar empleos e ingresos fiscales, dos objetivos claros de política pública.  Y estos a su vez son movidos por un interés personal de ascender en la jerarquía del PCCh.  O sea que Política y Economía no debieran mezclarse, porque entonces pueden pasar cosas indeseables como estas.  ¡Ajá!

Después de leerla y de revisar la narrativa con una pizca de suspicacia me quedó una pregunta dando vueltas: ¿qué es lo que realmente nos asusta? Puedo pensar en un par de hipótesis. 

En un plano conceptual, quizás crea incomodidad pensar en el músculo de un gobierno para inducir cambios en la estructura económica.  Pero, ¿acaso no ha sido siempre así? ¿En dónde han florecido grandes y exitosos grupos económicos norteamericanos, europeos, o latinoamericanos, sin haber contado con el apoyo directo o indirecto del gobierno, facilitando negocios (incentivos) o comprando los servicios y bienes que producen?

En un plano más operativo, quizás lo que preocupa es, por una parte, el efecto relativamente ágil que tiene un decisión gubernamental en una economía y sistema político como el chino; y por la otra, el efecto reverberación que se produce debido al tamaño del país.  Quizás lo que pasa es que los hijos de la democracia occidental no estamos acostumbrados a tiempos tan cortos desde que se toma una decisión política hasta que esta se traduce en indicadores macroeconómicos. 

Pero eso, lejos de llamar a la crítica, apela más bien a sistemas de coordinación internacional en donde el multilateralismo debiera ser una herramienta en ascenso.  La pregunta es ¿puede y está dispuesto occidente a redefinir la geografía de estos espacios de diálogo internacional?  Porque al final, si lo vemos desapasionadamente, los chinos no están haciendo otra cosa que utilizando su mix de recursos políticos, económicos y su peso específico en la economía mundial para hacer avanzar su agenda.  Y eso no es muy distinto de lo que históricamente han hecho y seguirán haciendo otros, ¿o me equivoco? 

Prensa Libre, 20 de junio de 2013. 
 

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