viernes, 22 de julio de 2011

Dos visiones, una Guatemala

“(…) que el electorado no se lleve una falsa impresión de que estamos hablando de objetivos mutuamente excluyentes: o se crece o se redistribuye. Eso es falso.”

Es difícil tratar de leer los mensajes sustantivos que manda la clase política en medio de tanta bulla. Por una parte, las tragedias ocasionadas por una violencia desbordada no nos dejan escuchar en paz. Y por la otra, la coyuntura electoral, lejos de convertirse en el espacio por excelencia para discutir propuestas y visiones de país que compiten entre sí, cae indefectiblemente en epidérmicos cantos de sirena, promesas mesiánicas, ó ataques al adversario político. En una frase, mucho cascarón de carnaval y poquísima pica-pica.

Afortunadamente de vez en cuando hay “alumbrones”. Y eso merece ser rescatado y visibilizado, porque es el tipo de campaña que muchos estaríamos gustosos de ver en tarimas y foros. Una en la que se develen ideas fuerza, imaginarios de un Estado y una sociedad, y del tipo de transformaciones que cada equipo en contienda planea impulsar.

Un poco de eso sucedió esta semana en dos entrevistas publicadas en El Periódico. Fueron hechas a las, hasta hoy, dos caras más visibles de los equipos económicos que puntean en las encuestas: Carlos Barreda de la UNE y Emanuel Seidner del Partido Patriota.

Barreda fue viceministro de finanzas y luego asesor presidencial en temas económicos. Actualmente forma parte del grupo de expertos económicos de la candidata oficial. Por su parte, a Seidner se le asocia desde hace años con la agenda de competitividad y promoción de exportaciones. Su participación más reciente fue durante la administración del Presidente Berger.

El diálogo con Barreda fue sobre los programas sociales, centro de gravedad de la política pública impulsada por la actual administración. Sin embargo, aprovecha para mandar mensajes en cuanto al rol del Estado y objetivos de la política social en la agenda uneísta. Queda claro el espacio que tiene la política redistributiva como instrumento para reducir pobreza y cerrar brechas de inequidad, así como la universalización de derechos sobre la focalización.

El papel del Estado es mucho más activo. Así se deduce de propuestas como la creación de la Empresa Nacional de Comercialización, emulando al modelo brasileño. Pero también en el planteamiento de crear un ministerio de desarrollo rural y otro de desarrollo social –cabe recordar que durante el gobierno democratacristiano ya habíamos experimentado con un ministerio de desarrollo, el cual fue suprimido años más tarde–.

Asimismo, al hablar de recursos, no tiene empacho en reconocer que seguirán dando la batalla fiscal a través de una nueva ley antievasión, pero retomando (sic) “el tema de los ingresos”. Asumimos que es una alusión a la reforma integral que plantearon al inicio del gobierno y que incluía cambios al impuesto sobre la renta.

Emanuel Seidner, por su parte, al describir su propuesta de política económica para el país de inmediato habla de conceptos como Estado facilitador. Uno que (sic) “no ponga trabas a la actividad privada. (…) que motive al sector privado. (…) que cree condiciones para atraer inversión extranjera.”

Menciona temas concretos como promover al sector energético, call-centers, facilitar inversiones público-privadas para la construcción de infraestructura así como de sistemas de certificación de calidad. Pero además saca a colación la utilización de zonas francas y las correspondientes exenciones que las acompañan como instrumento de política.

Y en cuanto a política social la focalización sería priorizada sobre el universalismo básico. El mensaje es claro, una agenda de crecimiento y promoción de la competitividad recuperaría espacio prioritario en un eventual gobierno patriota.

En lo fiscal es más elusivo que Barrera. Propone retomar el Pacto Fiscal y el trabajo realizado por el Grupo Promotor del Diálogo Fiscal. Privilegiando el proceso de llegar a una agenda mínima en la que coincidan las partes, más que medidas concretas.

Lo interesante en ambas entrevistas es que ninguno de los dos se adentra mucho en el tema contrapuesto. Ni Barreda habla mucho de crecimiento ni Seidner entra a las aguas de la equidad y redistribución.

Pero también es verdad que las entrevistas con cada uno dio estaban enmarcadas, predefinidas, hacia los temas en los que cada cual ha sido más visible. De allí que sería muy saludable un segundo intercambio pero ahora alternado temas. Esto nos permitiría conocer la otra cara de la moneda y hacer una valoración mucho más objetiva de las dos propuestas de política económica y social que hoy lideran la preferencia de voto.

Desde una perspectiva de país cabe un comentario adicional. Es muy saludable para nuestra democracia y para nuestra madurez política promover más y más estos ejercicios. Contrastar y debatir propuestas programáticas que compiten por hacerse del poder político nos ayuda.

Pero además, es fundamental balancear la comunicación de las mismas de manera que el electorado no se lleve una falsa impresión de que estamos hablando de objetivos mutuamente excluyentes: o se crece o se redistribuye. Eso es falso, y seguirlo remachando le hace un flaco favor al proceso de desarrollo guatemalteco.

Prensa Libre, 21 de julio de 2011.

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