lunes, 23 de agosto de 2010

¿Pensar y escribir para quién? (Marcela Gereda)

Mis héroes son los campesinos, la gente de a pie.

Hace algunos días conversaba con un amigo y reconocido antropólogo, entre otras cosas hablámos de la urgente necesidad que tenemos intelectuales y gente de ciencias sociales de democratizar y desmonopolizar el conocimiento.


Es muy característico de las ciencias sociales pensar para sí misma. No llegar a dar explicaciones a la gente, con la que y sobre la que describe fenómenos sociales. Al igual que muchos artistas posmodernos, muchos científicos sociales son elitistas. Vemos en centros de investigación enormes anaqueles de publicaciones que no las lee ni Dios.


En un país como el nuestro, deberíamos de pensar para todos. Hacer investigación no sobre la subalternidad sino con la subalternidad. ¿De qué sirven las grandes publicaciones si las leen sólo los intelectuales?, ¿puede el periodismo alternativo ser un vehículo para democratizar y desmonopolizar el conocimiento?


Para dar vida a un texto, partimos de la necesidad urgente de que las ciencias sociales tengan un terreno para hablar a la sociedad en toda su amplitud. Parto de la necesidad de incorporar el arte y la cultura como herramienta explicativa de lo que somos y de por qué las cosas son como son.


Con el periodista polaco Ryzard Kapuscinsky, creemos que es fundamental que un periodista esté entre la gente sobre la cual va, quiere o piensa escribir. La mayoría de la gente en el mundo, vive en muy duras y terribles condiciones y si no las entendemos y compartimos, no tenemos derecho a escribir.


Todo lo que dicen los medios debe ponerse a prueba por la experiencia y la reflexión. Para explicar, para informar de una verdad se tiene qué tener un conocimiento directo, físico, emotivo, olfativo, sin filtros ni escudos protectores, sobre aquello de lo que se habla.


Me encanta intentar combinar los registros de la antropología en un espacio periodístico. Es decir, la observación participante. Para comprender una cultura ajena hay que internarse y asentarse en su tierra. Sólo así podrá captarse esa “otredad”. Para ello hace falta estar dispuesto a movernos, a ser nómadas, a saber regalar sonrisas.


Hoy leemos la gran mayoría de los periódicos y sentimos que todo es una gran tomadera de pelo. Hay una parte de las historias que parecen estar ausentes. Nos hacen falta los personajes del campo, la vida marginal. Pareciera entonces que los periódicos y telenoticieros hablaran de un cuerpo incompleto, donde falta una mitad. Entonces sucede que las historias que nos llegan ignoran a una población, que es la mayoría.


En un tiempo de oscuridad, en el que nos relacionamos casi sólo como mercancías, donde todo se legitima y da continuidad a la máquina perversa que es el mundo que habitamos, creo que lo que nunca olvidaremos de los periódicos es lo que hay en ellos de buena literatura y de buena crítica cultual. Es desde ahí que podemos rescatar los destellos que descubren el lado oculto de la vida. Y volver a intentar relacionar la cultura como patrón de conducta a través de una historia y no como una invención postiza.


Muchas veces no escribimos de grandes acontecimientos, ni de personajes poderosos, aunque unos y otros estén presentes como sombras. Mis héroes son los campesinos, la gente sencilla, la gente de a pie, los pescadores, los artesanos, los panaderos, la gente que vive cada día como un fin en sí mismo.


Hay mentiras a medias y verdades a medias. Las que se repiten una y otra vez parecen convirtiéndose en verdades. De lo que hay que huir es de creer que se posee la verdad absoluta. Y de las posturas científicas que adoran la verdad y la estadística. La verosimilitud no es una media, no se obtiene de la estadística.


Dice Walter Benajamin que la condición de escuchar consiste en olvidarse de uno: “cuanto más olvidado de sí mismo está el que escucha, tanto más profundamente se imprime el relato en el que lo escucha”.


Para quienes buscamos dar una explicación a nuestro tiempo, ¿podemos asumir el desafío de amar la escritura y no a nosotros en la escritura, de amar el arte y no lo que hay de nosotros en arte, buscar desmonopolizar el conocimiento y escribir y pensar para los otros

elPeriodico, 23 de agosto de 2010.

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