miércoles, 3 de marzo de 2010

Urgen nuevos datos de pobreza!

“Si no producimos información, las ideas innovadoras, los programas piloto, y las nuevas tendencias en política pública, se van hacia aquellos países en donde sí hay datos para evaluar, para experimentar, para validar hipótesis”.

Hace poco más de diez años, Guatemala se embarcó en un programa conocido como MECOVI (Mejoramiento de las Encuestas de Condiciones de Vida). Fue una iniciativa en la que participaron muchas agencias de cooperación y desarrollo internacional como el Banco Mundial, la CEPAL, el PNUD, el BID, y algunas otras de carácter bilateral.

La idea original del programa consistía en apoyar a las agencias responsables de generar estadísticas oficiales en países en desarrollo, que en el caso de Guatemala es el Instituto Nacional de Estadística. Dicho apoyo tomó varias formas, desde la producción de encuestas de hogares para diferentes propósitos, pasando por la capacitación de funcionarios públicos en diferentes campos de la producción y análisis de información estadística, hasta la sensibilización de la sociedad en general sobre la importancia de generar periódicamente tal información.

En el caso de Guatemala el Programa MECOVI acompaño distintas encuestas de hogares, muchas de las cuales todavía sirven para estudiar la realidad nacional. Entre las más difundidas están las Encuestas de Condiciones de Vida (ENCOVI) del 2000 y 2006, pero también se llevaron a cabo las Encuestas de Empleo e Ingresos (ENEI) del 2002, 2003 y 2004.

Así también, al amparo del trabajo que realizaba el Programa MECOVI, se constituyeron equipos de análisis de diferentes instituciones. El caso que tengo más a la mano fue una alianza entre el Instituto Nacional de Estadística (INE), la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (SEGEPLAN), la Universidad Rafael Landívar, el Banco Mundial, CEPAL, y PNUD, para hacer estudios de pobreza.

De allí surgieron estudios, herramientas, e iniciativas muy diversas y útiles que sirvieron, entre otras cosas, para consolidar el tema de pobreza en el centro de la discusión nacional. Pero quizás la externalidad positiva más importante fue permitir la profesionalización de un grupo de jóvenes guatemaltecos y guatemaltecas en distintas técnicas de análisis de encuestas de hogares. Muchos de estos profesionales se quedaron atrapados en el campo del desarrollo, y han seguido trabajando en la actualización de análisis, nutriendo procesos de reflexión y formulación de política pública.

Pero además, las bases de datos que se generaron a partir del Programa MECOVI generaron otra oleada de efectos positivos a nivel internacional. Diferentes instituciones las utilizaron para estudiar al país y responderse preguntas de interés mundial. De los más recientes estudios que he podido ver sobre Guatemala están un documento de trabajo del Banco Mundial que estudia el concepto de desigualdad de oportunidades en varios países de América Latina, y otro par de análisis de los posibles impactos de la crisis de precios de alimentos en las condiciones de vida de nuestra población.

El problema que enfrentamos en la actualidad es que dicha información está envejeciendo. Las cifras más recientes son del 2006, lo cual implica que eventos como las crisis de precios de alimentos y petróleo, la contracción económica del 2008 y 2009, ó los programas de protección social implementados desde esa fecha, están fuera del radar. Para decirlo de otra manera, cada año que pasa navegamos con instrumentos desactualizados que pierden poder y contenido para orientar nuestras decisiones.

Pero no solamente eso, en un plano más estratégico, la generación de información actualizada y con técnicas estadísticas modernas permite a países pequeños como el nuestro, estar en la mente de aquellas instituciones generadoras de conocimiento, tanto a nivel local como internacional. Producir periódicamente información estadística es una manera de hacerse presente en la agenda de análisis y propuestas de desarrollo. Si no producimos información, las ideas innovadoras, los programas piloto, y las nuevas tendencias en política pública, se van hacia aquellos países en donde sí hay datos para evaluar, para experimentar, para validar hipótesis.

Creo que el mensaje es claro: tenemos que sentarnos a diseñar una nueva encuesta de condiciones de vida a la brevedad posible. Hay muchos interesados en hacerlo, dentro y fuera del país. Es sólo cuestión de contar con un poco de voluntad política para darle el respaldo, el sentido de urgencia, y la prioridad nacional que se merece. Además, no es un esfuerzo demasiado oneroso, sobre todo si se le compara con los tremendos beneficios que generará a la vuelta de la esquina. ¿Qué tal una ENCOVI 2011?

Prensa Libre, 25 de febrero de 2010.

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