jueves, 9 de julio de 2015

Ignorance is bliss

“(…) además de la lucha frontal contra la corrupción y la reforma política, ¿tendrá la sociedad civil que echarse a cuestas el análisis, discusión y propuestas sobre todos y cada uno de estos grandes temas nacionales?.”

Ignorance is bliss, dicen los sajones para referirse a que a veces es mejor ignorar ciertas cosas.  A veces, en el corto plazo, o en determinada coyuntura, y solo por cortísimo tiempo, pueda que de una falsa sensación de bienestar.  Pero al final siempre es mejor conocer el terreno donde se está parado.  Lo mismo para personas que para sociedades.  Y en materia de desarrollo socioeconómico, donde el negocio está en transformar la realidad, ciertamente es mejor procurar conocer la naturaleza precisa de los desafíos, pues solamente así es que surgen ideas que ayudan a salir del atraso de forma sostenible.  Lo demás es demagogia. 

Durante los últimos meses nos hemos consumido en una crisis política profunda, que ha colocado como primera y más importante prioridad en la agenda nacional una reforma del sistema político.  Unos apoyan y otros arrastran los pies, pero todos lo reconocen.  Sobre eso se dice y escribe mucho y a diario.  Nada de malo en ello, así debe ser.  Es hoy que la ventana de oportunidad está abierta y por lo tanto se debe aprovechar al máximo.  Los que creemos en el cambio de fondo mantenemos la presión, conscientes de que esto va para largo.    

Pero no hay que olvidar que el diálogo social debe seguir siendo mucho más complejo, diverso, polifacético.  Tenemos que estar conscientes que aun y cuando los ciudadanos lográsemos todos los cambios que estamos exigiendo, aun así habremos pagado un costo.  Gracias a este disfuncional sistema político, se nos ha ido otra oportunidad de aprovechar un evento electoral que nos permita revisitar las prioridades de desarrollo de Guatemala y la agenda de política pública que es consistente con tales prioridades.      

Nadie o muy pocos están debatiendo hoy sobre el esfuerzo fiscal que debemos hacer para mejorar la calidad en la educación, aumentar la cobertura en salud, o establecer un sistema de protección social que vaya más allá de programas de transferencias condicionadas en efectivo; de las inversiones en infraestructura qué se necesitan para elevar la competitividad de nuestro aparato productivo y de los mecanismos para financiar tales proyectos; de la política de promoción de empleo para jóvenes; de la estrategias que debemos seguir para promover un mayor desarrollo territorial; o de la manera en que queremos seguir insertándonos en los mercados internacionales. 

Todos esos temas están parqueados, en estado vegetativo, hibernando.  No por falta de capacidad en la sociedad civil, sino porque las energías están enfocadas en la urgencia de rescatar lo poco que va quedando de nuestras instituciones públicas.  Estamos casi como salvando los muebles y nada más. 

Me pregunto entonces si además de la lucha frontal contra la corrupción y la reforma política, ¿tendrá la sociedad civil que echarse también a cuestas el análisis, discusión y propuestas sobre todos estos temas nacionales? Porque ¡ojo!, que si los dejamos así, huérfanos y a la deriva, no nos sorprendamos luego que por los siguientes años nuestros indicadores de pobreza, desigualdad, empleo, productividad, y desarrollo humano se estanquen o retrocedan, como de hecho ya está sucediendo con varios de ellos. 

El problema es que, como bien escribió hace un par de días Arturo Pérez-Reverte refiriéndose a la coyuntura de su país, “(…) aquí las voces lúcidas se silencian o se desprecian, relegadas por un grosero rifirrafe de consignas políticas, descalificaciones e insultos.”  Y así la salida del atraso se hace más lenta y cuesta arriba.  Ignorance is bliss, yes…, but not all the time!  

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