miércoles, 3 de septiembre de 2014

Institucionalidad y tecnocracia

“(…) históricamente el país ha sido muy institucional en la forma de nombrar a sus representantes ante los distintos Directorios de estas instituciones.  No han sido posiciones de botín político.”

Guatemala tiene muchos problemas.  Varios de ellos estructurales y por tanto sin mucha perspectiva de solución inmediata.  De eso hablamos casi a diario académicos, columnistas, activistas, empresarios, políticos, obreros, todo mundo.  Algunos para hacer leña del árbol caído o simplemente para jalar agua a su molino.  Otros tratando de aportar alguna que otra idea fresca que ayude a salir del atraso.  Por ratos los gobiernos nos prestan atención, y muchas veces –¡demasiadas quizás!– simple y llanamente eligen mirar hacia otro lado como que no es con ellos.  Más no por eso hay que dejar de decir las cosas, buenas y malas.  Al final, de eso se trata el diálogo social en democracia. 

Afortunadamente también hay experiencias muy positivas que orientan y estimulan al cambio.  En el sector público existen burócratas convencidos de su función social.  Hay islas de eficiencia con muy alto desempeño técnico, cosa que ha sido reconocida incluso a nivel internacional. 

Un ejemplo de ello es la representación que históricamente ha tenido el país ante organismos financieros internacionales como BID, BCIE, FMI, BM, y de análisis económico regional como la CEPAL.  En todas estas instituciones se han destacado economistas guatemaltecos de muy alto calibre como María Antonieta de Bonilla, Johny Gramajo, Edgar Balsells, Anaí Herrera, Erick Coyoy, Luis Alejos, Gert Rossenthal, Hugo Beteta, y Juan Alberto Fuentes, por citar unos cuantos ejemplos que me vienen a la mente en este momento. 

Todos ellos hacen parte de una tecnocracia bien formada y con muchísimo sentido de compromiso con su país.  Y aunque si les preguntásemos sobre sus visiones del desarrollo seguramente encontraremos posiciones diferentes, la calidad de su trabajo y su preparación técnica han permitido que Guatemala sea reconocida ante la banca multilateral como un pequeño país con dos cualidades fundamentales. 

Primero, históricamente el país ha sido muy institucional en la forma de nombrar a sus representantes ante los distintos Directorios de estos organismos.  No han sido posiciones de botín político.  Y segundo, la capacidad técnica ha tratado de primar siempre por sobre cualquier otra consideración.  Los pergaminos de todos estos servidores públicos guatemaltecos están a la vista de cualquiera.

Estas dos características, de suyo importantes, lo son aún más en países como Guatemala, que tienen una aportación de capital muy modesta en la banca multilateral.  De manera que no es sino la fuerza de las ideas y la capacidad técnica de sus representantes la principal herramienta para hacer escuchar la visión de economías pequeñas y sociedades complejas como la nuestra.   

Hago toda esta reflexión porque he escuchado rumores sobre posibles cambios en nuestra representación ante uno de dichos bancos regionales.  Y por lo mismo me parece que es importante llamar la atención de las autoridades de turno –principalmente del ministro de finanzas y del presidente del Banco de Guatemala, en su calidad de Gobernadores de dichas instituciones– sobre la importancia de mantener una tradición de alta tecnocracia, bien preparada y conocedora de los temas que ocupan a la banca de desarrollo multilateral. 

Lo que debe prevalecer es una posición institucional, criterios estrictamente técnicos y meritocráticos de selección dentro de nuestros mejores cuadros de economistas –que dicho sea de paso, ¡los hay de sobra en Guatemala!–.

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