jueves, 10 de enero de 2013

Cambio discreto pero estratégico

“En un Estado moderno la función de planificación y evaluación es no solamente estratégica sino esencial.”

Como el canto de la gran Mercedes Sosa: cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo; el actual equipo gobernante enfrenta su primer enroque de piezas tras 12 meses de gestión. 

Así desde la tribuna, en los cambios que al momento han sido hecho públicos se ve un poco de todo: cambios potencialmente buenos (agricultura), cambios necesarios (relaciones exteriores), cambios inciertos (Segeplan), cambios raros (IGSS) y cambios urgentes (Fonapaz).  El resultado final, como siempre, dependerá de las personas que lleguen, del espacio real con que cuenten para operar, y de la claridad de objetivos que se propongan. 

Además, hay que estar claros en que los cambios –sobre todo en el sector público guatemalteco– no están exentos de costos.  Para comenzar, ocasionan cierta parálisis institucional, pérdida de ritmo y rumbo mientras la organización entiende y asimila las prioridades del nuevo funcionario a cargo.  Porque es bien sabido que nuestra burocracia le tiene tomada la medida al disfuncional sistema político que hoy impera, y ha aprendido a estar mucho más atenta a las señales e intereses del ministro o secretario que a prioridades institucionales y estrategias de mediano plazo.  

De los movimientos anunciados por el presidente, quizás el que menos prensa reciba es el de la SEGEPLAN, lo cual es hasta cierto punto natural pues se trata de una institución diseñada para trabajar discretamente, desde el ámbito más bien técnico, y con perspectiva y horizonte de mediano plazo.  Por lo mismo, poco apetecible para periodicazos. 

Sin embargo, en este caso no hay que confundir poca prensa con irrelevancia política, ¡todo lo contrario!  En un Estado moderno la función de planificación y evaluación es no solamente estratégica sino esencial.  Es lo que debe dar brújula, estabilidad y capacidad de afinar la puntería a las acciones gubernamentales. 

Y en la gestión pública de Guatemala ese es claramente uno de nuestros puntos flacos, un área de mejora.  Por eso mismo es indispensable seguir formando y fomentar una tecnocracia que sea capaz de dar seguimiento a políticas, programas y proyectos; evaluando impactos y alimentando con evidencia dura discusiones del gabinete de gobierno.  Dicha secretaría es el espacio natural para la discusión técnica de las decisiones de inversión pública en el país, así como donde debe suceder la armonización de prioridades de territorios, gobiernos locales y gobierno central.    

Como el INE y el banco central, la SEGEPLAN es una institución estratégica para el funcionamiento del aparato público, y en consecuencia hay que sacarles todo el millaje que sea posible.  En ese contexto, el relevo debiera ser alguien con un perfil esencialmente técnico, pero con una mezcla de cualificaciones que le permitan dialogar a distintos niveles: internamente, en materia de planificación para el desarrollo, seguimiento y evaluación de políticas; de manera sectorial con el resto del gabinete, pero fundamentalmente con el Ministerio de Finanzas para coordinar y reflejar adecuadamente las prioridades de inversión en el presupuesto anual; y con capacidad de comunicar de manera fluida a la sociedad y a las distintas formas de cooperación internacional que llegan al país, prioridades, avances y desafíos del gobierno. 

Durante los últimos años la institución ha sido confiada, salvo contadísimas excepciones, a tecnócratas que paulatina y consistentemente han logrado recuperar el espacio que una secretaría como esta debe tener dentro del aparato estatal.  Esperemos entonces que el movimiento de Carrera a Relaciones Exteriores y la elección de su sucesor sigan en la misma línea de fortalecimiento de una tecnocracia modernizante, clara y consciente del rol que el Estado y sus instituciones deben jugar para promover el desarrollo del país.  De otra manera el presidente habrá desvestido un santo para vestir otro. 

Prensa Libre, 10 de enero de 2013. 

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