jueves, 12 de abril de 2012

La socialdemocracia se repiensa

“(…) aprender a comunicar mejor la visión de interdependencia entre crecimiento económico y desarrollo, por un lado, y la seguridad social y la igualdad, por el otro.”

El País comenzó desde hace unas semanas a publicar una serie de artículos sobre el futuro de la socialdemocracia europea. Interesante ejercicio de catarsis ante el punto bajo por el que atraviesa dicha corriente de pensamiento político en el viejo continente.

Si se la juzga por el resultado que ha obtenido en las urnas después de que iniciara la Gran Recesión en el 2008 los números son demoledores. Hoy solamente gobiernan en 4 países de la Europa de los 27.

Sin embargo, las próximas elecciones en Francia, los traspiés conservadores del Reino Unido, pero fundamentalmente las elecciones en Alemania en el 2013, despiertan la esperanza de poder reposicionarse ante su ciudadanía como una mejor opción para conducir la política glocal.

Dos hechos parecen marcar esta parada conceptual para repensar el camino futuro. Por una parte, el agotamiento de la llamada “Tercera Vía”, como alternativa para reformar y dar más agilidad a un estado de bienestar europeo que debe ponerse a tono con los tiempos. Por la otra, el descalabro del neoliberalismo de los ochenta generado por la aguda crisis global, de la cual no acabamos de salir y recomponernos.

La gran ironía es que en casi todos los países europeos, del mundo desarrollado, y otras economías emergentes, el reclamo de sus clases medias es afín al ideario socialdemócrata: empleo, seguridad social, equidad. Sin embargo, la respuesta práctica no convence. ¿Por qué? Si la evidencia empírica muestra cómo la socialdemocracia redistribuye más que otras opciones ideológicas.

¿Será que el votante medio está hilando más fino que sus dirigentes políticos? ¿O simplemente estamos en un típico caso de comunicación rota entre gobernantes y gobernados?

Como bien apuntan Olaf Cramme y Patrick Diamond del Policy Network, el reto principal del pensamiento político de centro-izquierda contemporáneo está en poder proporcionar a la gente un moderno sentido de pertenencia y de objetivos colectivos en un mundo rápidamente cambiante. Ignorar esa discusión es políticamente inviable.

Las condicionantes de la sociedad europea están allí: cambio (envejecimiento) demográfico, recomposición del Estado nacional, migración e interculturalidad, y una agenda internacional cada vez más interdependiente. Todos son factores que condicionan los espacios de acción para cualquier agenda programática. Es allí donde la socialdemocracia debe rencontrar su espacio y, como sugiere Pär Nuder, “aprender a comunicar mejor la visión de interdependencia entre crecimiento económico y desarrollo, por un lado, y la seguridad social y la igualdad, por el otro.”

Guardando las diferencias de rigor, es increíble como demandas tan parecidas encuentran vehículos para canalizarse tan diferentes entre aquellos países y los nuestros. Allá, se protesta contra el paro, aunque con una pizca mayor de sofisticación, crítica y propuesta. La ciudadanía entiende que su participación política es la herramienta para exigir condiciones que después se transformarán en cosas concretas como tener trabajo, devengar un salario, acceder a una pensión, gozar de educación y salud, optar a vivienda propia.

Aquí la gente también necesita empleo y todo lo demás, pero el discurso es más limitado cuando no del todo ausente. La clase media mantiene su silencio ensordecedor, porque hacer política quita tiempo o es de shumos. En el mejor de los casos escuchamos la perorata del crecimiento económico arriba del 6 ó 7 por ciento. Y del Estado, se acuerdan solo aquellos para los que peor es nada, ó aquellos otros a quienes les estorba.

Cualquiera sea la afiliación o simpatía política individual, no me cabe duda que es preferible una sociedad con opciones políticas que sin ellas, con debates sobre visiones alternativas en lugar de un mutismo apático que deja vía libre a politiquería vacía. Buen aporte a la discusión y al debate político, a la construcción de ciudadanía, el que hacen los medios de comunicación europeos al ventilar este tipo de temas. Me pregunto ¿podríamos ensayar algo similar en Guatemala?

Prensa Libre, 12 de abril de 2012.

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