Con
sorpresa y enorme preocupación leo una nota en la página del Congreso de la
República anunciando que el diputado Alvaro Velásquez propone suprimir el
Ministerio de Desarrollo Social. Sin
conocer a fondo la iniciativa debo decir que me parece un enorme error, que
pesa doble viniendo de una corriente de pensamiento que intenta ser progresista
y presentar opciones frescas para el desarrollo del país.
Y como
las cosas hay que decirlas pronto y a la cara, cuando todavía se puede corregir
el rumbo, por eso es que tomo la pluma y públicamente emplazo a mi colega Alvaro
a que nos de sus razones para semejante propuesta de frenazo y retroceso en la
institucionalidad del país. Porque eso
es justamente lo que está proponiendo: diluir la agenda de protección social
hasta el punto de volver a hacerla invisible e irrelevante o, como era hasta
hace muy poco, dejarla en manos de obras de caridad de primeras damas de turno
o de la filantropía que buenamente quieran hacer fundaciones privadas y organizaciones
no gubernamentales.
Además,
me parece totalmente incongruente con la dramática realidad del país. Con “transversalizar” la protección social
mandando los diferentes programas a varias instituciones, como se pretende con
esta iniciativa, jamás vamos a revertir la tendencia en los niveles de pobreza
y desigualdad de Guatemala.
No es
por allí que va la cosa, mi estimado Alvaro. Toda la región (¡y buena parte del
mundo!) van en dirección contraria a la que tu propones. Cerrar el MIDES esgrimiendo que estuvo
plagado de errores en su concepción es la salida fácil. Desmantelar y despedir es mucho más cómodo y
fiscalmente conveniente, porque dizque nos ahorrará algunos pocos quetzales en
el presupuesto nacional. Pero a la larga
no nos dejará mucho más que un poco de pirotecnia mediática y un enorme vacío
institucional que será dificilísimo volver a llenar.
¡Con lo
que cuesta crear instituciones en Guatemala!, ¡con lo mucho que hubo que pelear
para finalmente ser el último país de Latinoamérica que tuviera un programa de
transferencias monetarias condicionadas!
Ni siquiera hablemos de otro tipo de intervenciones como escuelas
abiertas o comedores populares.
No
debemos ni podemos darnos el lujo de volver a estar en el sótano mundial de la
política de protección social. Al
contrario, hay que capitalizar de lo que la experiencia internacional nos puede
enseñar. Sería una pena que la coyuntura,
una vez más, nos impida tener visión estratégica y de largo plazo.
Alvaro,
no nos engañemos: a casi nadie le importan los pobres en Guatemala. Eso a pesar de que son la enorme mayoría. Lo sabes bien vos, lo sé yo, y lo sabe mucha
gente. Pero no muchos tenemos la
capacidad de incidencia que vos tienes en este momento. El cambio en las instituciones públicas no va
a suceder por arte de magia. Hay que
provocarlo. El Estado de Guatemala no es
progresivo en su naturaleza. Hay que pelear
mucho para crear espacios políticos, institucionales y fiscales para que
efectivamente lleguen recursos directa y exclusivamente a los pobres.
Desde
hace muchas décadas aprendimos que la coordinación interinstitucional es muy
difícil de alcanzar y muy frágil en su continuidad. No sucede ni siquiera cuando se buscan objetivos
mucho más rentables, mucho menos cuando estamos hablando de poblaciones
vulnerables, sin capacidad de agencia y movilización política.
Ojalá te
dieras el tiempo para dar una vuelta por la región y visitar instituciones como
el MIDIS en Perú, Prosperidad Social en Colombia, SEDESOL en México o el MIDES en
Chile. Entonces te darías cuenta que la
pobreza no se revierte con una colección de programas desperdigados e inconexos,
mal financiados, poco evaluados, y sin ninguna garantía de continuidad. Esa ruta es la que neciamente hemos
transitado por los últimos 60 años y los resultados están a la vista: la
pobreza en Guatemala aumenta.
Ojalá
estés aún a tiempo de rectificar y proponer, en lugar de un cierre, una reforma
institucional seria, para que tengamos un MIDES eficiente, estable y
consolidado. Con mucho gusto me ofrezco
a facilitarte contactos para que conozcas estas y otras experiencias, y entonces
propongas una iniciativa de ley mucho más constructiva para el país. Ahí te dejo el reto.