“(…) además de la
lucha frontal contra la corrupción y la reforma política, ¿tendrá la sociedad
civil que echarse a cuestas el análisis, discusión y propuestas sobre todos y
cada uno de estos grandes temas nacionales?.”
Ignorance
is bliss, dicen los sajones para referirse a que a veces es mejor ignorar
ciertas cosas. A
veces, en el corto plazo, o en determinada coyuntura, y solo por cortísimo
tiempo, pueda que de una falsa sensación de bienestar. Pero al final siempre es mejor conocer el
terreno donde se está parado. Lo mismo
para personas que para sociedades. Y en materia
de desarrollo socioeconómico, donde el negocio está en transformar la realidad,
ciertamente es mejor procurar conocer la naturaleza precisa de los desafíos,
pues solamente así es que surgen ideas que ayudan a salir del atraso de forma
sostenible. Lo demás es demagogia.
Durante los últimos meses nos hemos consumido
en una crisis política profunda, que ha colocado como primera y más importante
prioridad en la agenda nacional una reforma del sistema político. Unos apoyan y otros arrastran los pies, pero
todos lo reconocen. Sobre eso se dice y
escribe mucho y a diario. Nada de malo
en ello, así debe ser. Es hoy que la
ventana de oportunidad está abierta y por lo tanto se debe aprovechar al
máximo. Los que creemos en el cambio de
fondo mantenemos la presión, conscientes de que esto va para largo.
Pero no hay que olvidar que el diálogo social
debe seguir siendo mucho más complejo, diverso, polifacético. Tenemos que estar conscientes que aun y
cuando los ciudadanos lográsemos todos los cambios que estamos exigiendo, aun
así habremos pagado un costo. Gracias a
este disfuncional sistema político, se nos ha ido otra oportunidad de
aprovechar un evento electoral que nos permita revisitar las prioridades de
desarrollo de Guatemala y la agenda de política pública que es consistente con tales
prioridades.
Nadie o muy pocos están debatiendo hoy sobre
el esfuerzo fiscal que debemos hacer para mejorar la calidad en la educación,
aumentar la cobertura en salud, o establecer un sistema de protección social
que vaya más allá de programas de transferencias condicionadas en efectivo; de las
inversiones en infraestructura qué se necesitan para elevar la competitividad
de nuestro aparato productivo y de los mecanismos para financiar tales
proyectos; de la política de promoción de empleo para jóvenes; de la
estrategias que debemos seguir para promover un mayor desarrollo territorial; o
de la manera en que queremos seguir insertándonos en los mercados
internacionales.
Todos esos temas están parqueados, en estado
vegetativo, hibernando. No por falta de
capacidad en la sociedad civil, sino porque las energías están enfocadas en la
urgencia de rescatar lo poco que va quedando de nuestras instituciones públicas. Estamos casi como salvando los muebles y nada
más.
Me pregunto entonces si además de la lucha
frontal contra la corrupción y la reforma política, ¿tendrá la sociedad civil
que echarse también a cuestas el análisis, discusión y propuestas sobre todos
estos temas nacionales? Porque ¡ojo!, que si los dejamos así, huérfanos y a la
deriva, no nos sorprendamos luego que por los siguientes años nuestros
indicadores de pobreza, desigualdad, empleo, productividad, y desarrollo humano
se estanquen o retrocedan, como de hecho ya está sucediendo con varios de
ellos.
El
problema es que, como bien escribió hace un par de días Arturo Pérez-Reverte refiriéndose
a la coyuntura de su país, “(…) aquí las voces lúcidas se silencian o se
desprecian, relegadas por un grosero rifirrafe de consignas políticas,
descalificaciones e insultos.” Y así la
salida del atraso se hace más lenta y cuesta arriba. Ignorance
is bliss, yes…, but not all the time!
No hay comentarios:
Publicar un comentario