“(…) debemos
encontrar mecanismos creativos para repatriar una parte de la productividad
chapina en el extranjero.”
Con
esta tercera entrega concluyo mis reflexiones sobre cómo salir del bache. Surgieron porque hace unas semanas alguien me
puso a pensar en los tres desafíos más importantes de desarrollo que enfrenta Guatemala
y, bueno, decidí ponerlos en blanco y negro y compartirlos públicamente.
Primero
hice referencia al reto de elevar la productividad y el nivel de empleo. En una segunda columna traté el tema de las
nuevas bases fiscales para pasar de la estabilidad al desarrollo. Aquí comentaré sobre esa otra dimensión que
no puede ausentarse de cualquier análisis: la gestión del contexto
externo.
En un
mundo tan interdependiente, en donde flujos financieros y de información viajan
y generan reacciones prácticamente inmediatas, el entorno de los países es
importante. Que adquiere una relevancia aún
mayor para naciones pequeñas con economías abiertas como la de Guatemala,
porque su poder de maniobra y reacción es relativamente menor al de otros
jugadores más grandes e influyentes.
Así, el
contexto externo de Guatemala se define por tres fenómenos fundamentales:
comercio, migración y seguridad.
Con
relación al comercio, está claro que Guatemala hizo hace ya varios años una
apuesta a un modelo exportador, esencialmente agrícola, haciendo un esfuerzo
doble para diversificar su oferta –los otrora llamados productos no
tradicionales– y darle algún valor agregado –lo que podríamos llamar una base mínima
de agro industrialización–. En el camino
redujo aranceles y se embarcó en algunos tratados de libre comercio.
Sin
embargo, al tener pocos destinos y una oferta exportable de poco valor
agregado, mantenemos un nivel importante de vulnerabilidad a choques externos. Subidas o caídas bruscas de precios
internacionales o desastres naturales amplifican su impacto.
El
segundo rasgo característico de nuestro contexto externo tiene que ver con los
flujos migratorios y las remesas como su manifestación económica más palpable. Porque así como es incuestionable la
importancia de las remesas, no se puede tampoco ocultar que la migración genera
otros efectos menos deseables como una alta dependencia de los mercados
laborales en los países que sirven de destino para nuestra diáspora,
envejecimiento del campo, y un debilitamiento del tejido social y familiar.
Finalmente,
la tercera característica tiene que ver con la inseguridad asociada al narcotráfico. Al ser Guatemala una ruta natural hacia el mayor
mercado de consumo de estupefacientes, la presencia del crimen organizado
encuentra en nuestra debilidad institucional un espacio fértil y amplio para
establecerse en el país y hacer negocios.
En tal
sentido, la respuesta de política pública para la gestión de un contexto
externo con tales características pasa por tres elementos esenciales.
El
primero tiene que ver con un uso más agresivo de la política industrial. Debemos aprovechar el alza en que se
encuentra este instrumento de política pública, y usarlo activamente para una transformación
productiva que contribuya a cerrar brechas territoriales y elevar nuestra
productividad.
De
igual forma es urgente una mayor vinculación política y económica de nuestra diáspora,
y me refiero tanto a la mano de obra no calificada como calificada. Hay que darle voz y participación en las
decisiones nacionales. En otras
palabras, debemos encontrar mecanismos creativos para repatriar una parte de la
productividad chapina en el extranjero.
Esto puede hacerse de muchas maneras, por ejemplo: vía remesas,
coinversiones, retorno temporal o permanente de guatemaltecos, participación en
procesos de auditoría social y participación política desde el extranjero.
En
cuanto a seguridad y combate al crimen organizado, la tendencia regional camina
consistentemente hacia un reconocimiento de un problema con dimensiones globales
que se enfrenta con un instrumental de alcance nacional. De manera creciente se impondrá la necesidad
de coordinar acciones incluyendo territorios de paso pero también de destino,
así como avanzar en sincerar los precios de ciertos mercados hasta hoy
ilícitos.
Así, productividad
y empleo, fiscalidad para el desarrollo y gestión del contexto externo, son para
mí los tres principales desafíos estructurales que enfrenta Guatemala para
salir del bache.
No hay comentarios:
Publicar un comentario