jueves, 21 de junio de 2012

Love is in the air

“Es totalmente inoperante seguir con el mecanismo de aprobación parlamentaria préstamo por préstamo.”

Así como aquella canción de los setentas “Love is in the air”, los economistas guatemaltecos pueden cantar hoy algo parecido con el tema de las reformas a la Constitución.  El rumor abunda y las opiniones de algunos colegas no se han hecho esperar.  Así que algo ha de estar pasando, porque cuando el río suena…

Por supuesto que todos están jugando su papel, los que están en el ruedo, guardan silencio y ponen cara de jugador de póker, no sea que se les queme el pastel en la puerta del horno.  A los que estamos en galería nos toca leer el tarot, buscar información en los pasillos, interpretar silencios y comentarios.  Así es el juego político en democracia.

Pero independientemente de lo que finalmente se acuerde, bien vale la pena aprovechar la ventana de oportunidad que se ha abierto, y sentarnos a discutir ampliamente sobre algunos temas.  En algunos casos para consensuar que efectivamente hace falta una reforma, y en otros para ratificar que vamos por la senda correcta.    

Así por ejemplo, tratar de reabrir el tema del financiamiento del banco central al gobierno francamente no creo que sea recomendable en este momento.  Y no porque debamos adoptar una posición dogmática hacia la estabilidad macroeconómica, sino porque es probablemente uno de los pocos acuerdos que hemos alcanzado, que funciona, que ha institucionalizado una cierta disciplina en la gestión de las finanzas públicas, que va más allá el ministro o presidente de turno.  Ese sería un retroceso, no una reforma. 

Distinto es abrir el debate a temas como la forma en que se aprueba el endeudamiento externo.  Es totalmente inoperante seguir con el mecanismo de aprobación parlamentaria préstamo por préstamo.  Es un juego totalmente perverso, que no hace sino desvirtuar – por no decir prostituir – la discusión que debe darse en el Congreso de operaciones que tienen un objetivo de desarrollo, pero que desafortunadamente necesitan del voto parlamentario para poder entrar en vigencia.  ¡Tenemos casos de préstamos que se toman tres, cuatro y hasta cinco años para entrar a funcionar, gracias a este esquema pinche!

Mucho más eficiente sería poder discutir en el parlamento el monto global del endeudamiento externo que se autoriza contratar al gobierno central en un período de tiempo.  Hacerlo de esa manera acota la discusión al impacto de la deuda externa en la estabilidad macroeconómica del país.  Una vez acordado en el Congreso dicho monto, sería competencia de los técnicos del Ministerio de Finanzas determinar cuál es la mejor mezcla de recursos para perseguir los objetivos que se han planteado.   Esa sí sería una reforma para avanzar.

De igual forma, hay otras áreas mucho más estratégicas, en donde está haciendo falta apretar tuercas.  La composición y funcionamiento de la Junta Monetaria, y el conflicto de interés de tener allí metidos a representantes que son juez y parte; ó el tema de asignaciones constitucionales y la necesidad de contar con mecanismos que asocien el monto de la transferencia con un mínimo de calidad en la ejecución de dicho gasto público.  Dos ejemplos en los cuales nos está haciendo falta mucha creatividad para corregir fallos de diseño institucional.

Como siempre, la pregunta sigue siendo la misma: ¿quién le pone el cascabel al gato? 

Prensa Libre, 21 de junio de 2012. 

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